DKV JOVENTUT 70
WINTERTHUR BARÇA 84
Bennett (6)
Rudy (16)
Barton (6)
Gaines (10)
Archibald (10)
R. Rubio (4)
Betts (9)
Huertas (5)
Vázquez (4)
Laviña (-)
Flis (-)
Lakovic (14)
Navarro (14)
Basile (16)
Trias (16)
Marconato (8)
Ukic (5)
Kakiouzis (-)
Grimau (2)
De la Fuente (7)
F. Vázquez (2)
Arbitros: Martín Bertrán, Pérez Pizarro y Redondo
JOSÉ MARIA MARTIN CARPENA. 10.200 ESP.
Eliminados: Basile.
Estadística: Tiros de dos: 19/41 (46%)-20/30 (60%). Triples: 5/21 (23%)-8/20 (40%). Tiros libres: 17/21 (80%)-20/22 (90%). Rebotes: 28 (18+10)-35 (30+5). Asistencias: 10-20.
MALAGA.- Los corsarios de Ivanovic se llevaron un suculento botín en forma de final ACB, porque sus rivales se dejaron la puerta abierta mientras dormían. Ésa fue la impresión. De todos modos, se intuye algo importante en el Barcelona. El buen forofo dirá que tiene algo especial en esta Copa, pero de momento sólo se intuye. Que no se engañe Ivanovic. Ayer liquidó un partido contra uno de los conjuntos más en forma de la competición que decidió no salir a jugar en el tercer cuarto.
Con Rudy super motivado, una presión a dos permanente sobre Navarro y una defensa de ajustes con mucho fuelle, los de Badalona le metieron el miedo en el cuerpo a un Barça que tiró de individualidades para salvar la igualdad al descanso. Después, en el tercer acto, no hubo guerra: 18-0 de parcial. Todo un mal sueño para el DKV que al despertar no se rindió y a base de casta remontó 14 puntos, hasta que llegó Lakovic para confirmarles que hoy no juegan con un triple a tres minutos del final.
El desquiciamiento de los árbitros estaba justificado en parte. Sabían que tenían una semifinal con dos entrenadores y dos equipos que disfrutan jugando al límite. Les gusta eso de arañar cada vez que se acercan a su par. Empujar y pellizcar con una mano mientras levantan la otra, sacar los codos cuando la entrada a canasta del rival es algo difícil, dejar el cuerpo en los bloqueos y echarle el aliento a los contrarios en la misma cara. Ése es el juego de Ivanovic, eso es lo que distingue al Joventut. Así las cosas hay dos opciones: subir el listón de las faltas o quedarse solos en la primera parte. Decidieron lo primero, pero se les olvidó que no podían bajarlo.
Rudy salió al campo en plan estelar. Pedía cada balón, se movía de una manera eléctrica y buscaba siempre el perímetro. Le dio un aire distinto a su equipo que, además, ha descubierto en Archibald un amigo en el que descagar jugadas demasiado complicadas con fiables resultados. Sorprendente rendimiento del pívot en los dos choques de la Copa.
Bennett también estaba activo ayer y, aunque desapareció en el descanso, en la primera mitad estuvo fino. Quizá sea éste el primer año en el que no ha tenido los últimos balones por el esfuerzo acumualdo antes, pero es que tiene sucesores. En muchas facetas del juego hay un tal Ricky Rubio que juega como los ángeles. Cuando su equipo mejor está se luce poniéndole alley-hoops a Rudy y cuando la cosa va mal defiende a muerte. Sólo una pega: no está curtido en batallas. Problema menor, anda en ello. Basile y Lakovic hicieron las veces de francotiradores, mientras Trías empezaba a anotar, Navarro deleitaba con su especialidad en bombas y Marconato se encargaba del trabajo sucio en la pintura.
Ése fue el plan para llegar al descanso a dos puntos del Joventut y comenzar a quemar y derrumbar todas las esperanzas verdinegras. Inexplicable, pero de ser un conjunto con ritmo y chispa, los de Aíto se convirtieron en un títere que no paró de sacar de fondo hasta que no acabó el cuarto. Nadie se esperaba una pájara así.
Sin embargo, y después de haber ido 19 puntos por debajo, el DKV despertó con ganas de reclamar un final apretado. Encendió su mejor máquina defensiva justo en el último periodo pidiéndole perdón al baloncesto por su despiste anterior. Ricky espoleó a los suyos a base de fe y así lograban defender a todo el campo con total fiabilidad, en su clásica zona 1-3-1. Así le robaron un balón al Barça por no pasar al campo contrario en menos de ocho segundos. Hubieran sido dos veces si los árbitros hubieran estado a lo suyo. A menos de cinco minutos para el final, lo imposible parecía hecho y el Joventut estaba a seis puntos.
Pero era mucho soñar ganar dos patidos en el último suspiro después de haberse despistado durante el choque. Lakovic sembró de sal las posibilidades del DKV Joventut y apuntó al Barcelona como finalista con buena caligrafía, mejor de la que se le esperaba a un equipo tan irregular.