Domingo, 11 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6265.
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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA / El perfil
Entre JFK y Wesley Clark
Pese a su inexperiencia y al escaso dinero recaudado, Obama trata de venderse como un nuevo Kennedy gracias a su carisma exótico
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

WASHINGTON.- ¿John Fitzgerald Kennedy (JFK) o Wesley Clark? Barack Obama quiere ser el primero, pero corre el riesgo de convertirse en el segundo. En 1960, Kennedy, un senador con ocho años de experiencia en la Cámara, se convirtió en el primer católico en ser presidente de Estados Unidos. En 2003, Wesley Clark, un ex general sin la menor experiencia política, anunció que se presentaba como candidato del Partido Demócrata. Durante unas semanas lideró las encuestas de popularidad de esa formación política. Hasta que la maquinaria del partido y su propia inexperiencia acabaron por liquidarlo en las primarias.

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Así que, ¿en cuál de esos extremos está Obama? El candidato trata de venderse como un nuevo Kennedy, gracias a su carisma y a su exotismo: su ilustre predecesor era católico -todo un exotismo en la política estadounidense de entonces- y él es negro. De hecho, un estudio de The New York Times publicado el 20 de noviembre de 1960 -es decir, 11 días después de la victoria de Kennedy-, revelaba que el catolicismo del candidato le había favorecido en las urnas en lugar de perjudicarle.

Lo mismo sucede con Obama, un candidato negro al que votan los blancos. Según The Washington Post, la intención de voto de los afroamericanos favorece por tres a uno a Hillary Clinton frente a su compañero de raza.

Aunque, al menos, Obama, por ahora, ha mostrado una habilidad de la que carecía Clark para evitar las meteduras de pata. Pero eso no implica que lo que le espera al nuevo candidato sea un camino de rosas. Éstos son los retos que se le plantean a la nueva estrella demócrata.

Dinero.

Obama tiene el apoyo del multimillonario, filántropo y financiero George Soros. Y con el de 27 de los 41 mayores donantes del candidato demócrata de 2004, John Kerry, que ya anunció que no se presentará. Pero apenas tiene 580.000 euros para su campaña. Eso supone el 5,3% del dinero que le sobró a Hillary Clinton después de ser reelegida al Senado en el pasado mes de noviembre. Como explicaba en su edición de esta semana la revista Business Week, «Barack Obama tiene el apoyo de la gente; Hillary tiene el dinero».

Nombre (I).

Obama rima con Osama. Sonará a chiste. Pero, tal y como está la política en EEUU, no lo es.

Nombre (II).

Peor aún es su segundo nombre: Hussein. Para algunos estadounidenses, ése es el nombre de un señor al que se le ahorca y cuyo vídeo se pone en Youtube (www.youtube.com) con comentarios como «Feliz Año Nuevo» y referencias a la «eurobasura» que critica la ejecución del ex dictador. Pero la cosa va más allá de colgados desvariando en internet. El viernes pasado, en el programa de Don Imus -el rey de las mañanas de la radio de EEUU- un invitado calificó el nombre de Obama de «incitación al odio contra los judíos». Una advertencia poco atinada, dado que alrededor del 80% de los judíos estadounidenses votan demócrata.

Nombre (III).

Barack significa Bendito. Pero, ¿en qué idioma? En 1995, Obama dijo que en árabe. Nueve años después señaló que es en suajili. De joven, Obama no quería que le llamaran Barack, sino Barry. Ahora dice que eso fue idea de su padre, y que él nunca disimuló su identidad.

Biografía.

El candidato demócrata ha reconocido haber esnifado cocaína de forma esporádica en su juventud, además de haber fumado porros. En su autobiografía, el best-seller Los sueños de mi padre, revela que, de joven, fue un admirador del líder radical negro Malcolm X. El libro también advierte que, «por razones de espacio, algunos de los personajes que aparecen están formados en realidad por varias personas» que Obama ha conocido a lo largo de su vida, lo que puede crear dudas sobre su credibilidad.

Carrera política.

Kennedy llevaba 14 años en la política nacional -ocho como senador y, anteriormente, seis como representante- cuando fue elegido presidente. El currículo de Obama sólo tiene cuatro años en el Senado. En él, su actividad legislativa ha sido escasa, como corresponde a un recién llegado. En 2004 calificó de «tontería» una eventual candidatura a la presidencia en 2008.

¿Son estas cuestiones lo suficientemente serias como para tumbar a un candidato? Tal vez parezca que no. Pero las elecciones presidenciales de EEUU se juegan, en buena medida, sobre la personalidad de los contendientes. Los porros y el sexo oral de Bill Clinton, la confesión de Jimmy Carter de «haber deseado» a veces a otras mujeres aparte de a su esposa, los chistes de Ronald Reagan o el odio al brécol de George W. Bush senior fueron algo más que anécdotas en su época.

Como señalaba un consultor demócrata al boletín Político -cuyo nombre no deja dudas acerca de su área de actividad-, «con un par de pinchazos aquí y allí, toda la cosa puede caerse». Basta con que Obama haga un par de declaraciones erróneas y habrá dejado de ser el JFK de 2008 para transformarse en el nuevo Wesley Clark.

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