Hay un desequilibrio financiero en el mundo. Así lo advirtieron ayer los países más ricos. Los fondos de alto riesgo (hegde funds) representan, en la actualidad, una de las principales preocupaciones para el conjunto de los siete países más industrializados (G7), y pese al poco entusiasmo de Estados Unidos y Gran Bretaña, desde donde operan la mayoría de estos capitales especulativos, sus ministros de Economía y Finanzas, reunidos ayer en Essen (oeste de Alemania), apelaron a mantenerlos bajo una estrecha «vigilancia».
Así queda reflejado en el comunicado final de la reunión, donde se advierte de su «fuerte crecimiento» y de «los instrumentos que utilizan». «La evaluación de los potenciales riesgos sistemáticos asociados a estas actividades se ha convertido en algo cada vez más complejo», señala la nota.
El ministro alemán Peer Steinbrück, quizás el país más combativo con estos fondos de alto riesgo y que exige mucha más transparencia, advertía ayer en su intervención contra el riesgo de un «efecto dominó» que podría desembocar en una crisis financiera internacional, ya que muchos de esos capitales son financiados por las propias entidades bancarias.
El Gobierno de Berlín ya ha propuesto, con el de Londres en contra, una regulación indirecta «que ponga el acento en los actores del sector financiero que tengan relaciones más estrechas con los fondos de inversión», es decir, los bancos de inversiones institucionales.
Los fondos de alto riesgo representan más de 1.400 millones de euros en todo el mundo y su influencia sobre la economía es cada día más importante. En la reunión de ayer del G7, los ministros de Finanzas de EEUU, Alemania, Francia, Japón, Italia, Reino Unido y Canadá se comprometieron a «continuar discutiendo esta cuestión».
Los representantes de los siete países analizaron la situación de la economía mundial y las fórmulas para garantizar que la robustez actual no se vea alterada por desequilibrios monetarios u otro tipo de crisis financieras. En este sentido, mostraron su total apoyo a una reanudación de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre la liberalización del comercio mundial, llamada Ronda de Doha y que permanece paralizada desde hace meses por el espinoso asunto de las ayudas a la agricultura de los países más ricos.
En la nota final emitida se asegura que el G7 sigue «convencido de que es necesario resistirse al sentimiento proteccionista». «Creemos firmemente que todos los participantes tienen la responsabilidad de garantizar el éxito de la Ronda de Doha, que aumentará el crecimiento mundial y contribuirá a reducir la pobreza».
Con este escenario como telón de fondo, los ministros de Finanzas del G7 se dan una palmadita en la espalda al alabar la situación actual de la economía mundial y destacan que la de EEUU está experimentando una «actividad sólida» con síntomas de una expansión cada vez más estable.
Fiel a su ambiciosa hoja de ruta que estableció Alemania al asumir la Presidencia de turno de la Unión Europea (UE) y del G8, el ministro Steinbrück lamentó ayer ante sus colegas el escaso avance en los temas energéticos y del cambio climático, además de advertir de que la situación no está carente de riesgos, como, por ejemplo, los que se derivan del precio del petróleo. «No hemos llegado a conclusiones claras», admitió.
En otro orden, el comunicado difundido conmina a China a una apreciación de su moneda, el yuan. «Reafirmamos que la tasa de cambio debe reflejar los factores fundamentales de la economía», señala la nota. Si bien los ministros no hicieron ayer referencia explícita alguna a la debilidad del yen nipón, sí señalan su esperanza de que la actual reactivación de la economía en Japón «sea tomada en cuenta» por los mercados financieros en una posible apreciación de la divisa asiática.
