Ambos dan por hecho que en esta legislatura ya no hay nada grande que acordar, más allá de marchas conjuntas por la paz como la de Bilbao. «La economía española va bien y sólo hay dos peligros: la desacelaración de la economía estadounidense, y que esta inestabilidad política en España termine dando miedo de verdad a la inversión», analiza un alto funcionario del Banco de España ajeno a las luchas de partidos.

El secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, y el casi ex presidente de la CEOE, José María Cuevas, coinciden en reclamar consenso entre los dos grandes partidos para apuntalar el crecimiento de la economía española, que se prepara para otro año triunfal de crecimiento al 3,5%, pero que no está claro cuánto más podrá durar.

Y ojo si no dura, porque, como dice Rajoy, los españoles siguen perdiendo poder adquisitivo con los tipos de interés y con los sindicatos maniatados por las deslocalizaciones, cada vez más licenciados con dos idiomas que no son ni mileuristas. La burbuja no debe estallar y la estabilidad política ayuda.

Esta semana se ha producido algún signo alentador. Ha sido, una vez más, en el microcosmos que se ha montado Pedro Solbes rompiendo el cordón sanitario. Su pacto con el PP de la Ley de Defensa de la Competencia y de la Ley de OPAs dejando, de momento, al margen a sus incómodos socios habituales, ha sentado bien en el mundo económico. Y también a la CNMV y al Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC), que se veían ya carcomidos por el poder autonómico, a cambio del voto clave de CiU, Esquerra y PNV. Pero ya no son necesarios.

El vice hasta ha ofrecido al PP un cambio en la supervisión financiera en el sector de seguros que refuerza el poder del Banco de España y por tanto del gobernador, su amigo Miguel Angel Fernández Ordóñez (Mafo). Vicente Martínez Pujalte, el inquieto portavoz económico parlamentario del PP, tan capaz de gamberradas en el escaño como de encarrilar relevantes pactos de Estado, está también lanzado al consenso. Pero de ahí a fortalecer a Mafo...

Por encima de eso, la idea de Rajoy de incluir en el programa electoral una reforma de la Constitución pactada con el PSOE para fortalecer el papel del Estado tiene respaldo empresarial y de CCOO. La tesis del líder del PP es que «si el Estado no tiene ya poder para acometer reformas laborales o educativas que promuevan el crecimiento económico, será un desastre».

El consenso no sólo es que quede bien, es que es necesario para evitar cataclismos. Se equivocó Aznar enviando soldados a Irak sin respaldo del PSOE y, ahora, la posibilidad de que el Tribunal Constitucional se cargue parte del nuevo Estatut catalán es real, lo que demuestra el error de ZP de no haberlo pactado con el principal partido de la oposición. Montilla descalifica a Rajoy por recusar a Pérez Tremps, que cobró 6.000 euros de la Generalitat para echar una mano en el Estatut antes de aceptar ser magistrado del Constitucional, donde era seguro que iba a llegar el texto autonómico.

El mismo Montilla promovió en noviembre de 2005 que el grupo socialista del Parlamento Europeo intentara la inhibición de la comisaria Neelie Kroes en la OPA de Gas Natural-la Caixa sobre Endesa. La razón, que la holandesa trabajó antes en la empresa de telecomunicaciones Lucent, y como Endesa había operado en ese mismo sector a través de Auna, pues eso, que no era neutral para opinar. Igualito.

La falta de consenso ha sido también letal en la OPA de Gas Natural -la gasista controlada por la Caixa- sobre Endesa. Si los vocales nombrados por el PP en el TDC no hubieran logrado una mayoría en favor de prohibir la operación, nunca habría sido suspendida después por el Supremo y difícilmente se hubiera atrevido a asomar E.ON frente a una OPA respaldada por todos los partidos e instituciones españolas. Con acuerdo PP-PSOE, Entrecanales tampoco se habría quedado solo.

Donde sí ha tenido éxito Gas Natural es con su anuncio televisivo en el que una pareja baila cheek to cheek (mejilla con mejilla), la misma canción de Irving Berlin que populizaron Fred Astaire y Ginger Rogers. A Astaire no se le habría ocurrido cercar a la Rogers de forma hostil, sin frac y sin dinero suficiente para invitarla a cenar, aun con apoyo de la autoridad. La gasista asume ahora el estilo del bailarín y ha retirado se denuncia contra la cúpula de Endesa, así que Manuel Pizarro hará lo propio con el último misil que tenía preparado contra ellos por haber tenido bloqueada a la eléctrica.

También siguen bailando -entre pisotones- el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, y su primer accionista, el presidente de ACS, Florentino Pérez. Floro ha basado su éxito empresarial en intentar llevarse bien con todo el mundo sin opas hostiles, así que ha encajado de momento el intento de Galán de limitar sus derechos políticos. Es más, siempre pactista y pragmático, es posible que termine delegando en Nacho los votos de ACS en las juntas.

Más les vale a ambos el entendimiento, porque el gigante público francés EDF aún puede arrebatar a Iberdrola -quedan dos meses- la pieza de Scottish Power. O algo más. La irrupción de E.ON ha dejado al Gobierno debilitado para frenar opas extranjeras, y si Sarkozy llega a El Elíseo, ZP no tendrá mano con él como para convencerle de que contenga a EDF.

También están la alemana RWE o la italiana Enel oteando si pueden comprar las acciones de Florentino en Iberdrola o Fenosa. A éste, le empiezan a salir las cuentas, las acciones ya cotizan a los precios que él compró, y sigue teniendo el plan más ambicioso del momento de formar un gran grupo energético.

Pero para la reordenación a tiempo de éste y otros sectores preservando centros de decisión en España sin que sufran los consumidores (ojo a los reducidos clanes españoles de poder, según The Economist) también hace falta un poco de cheek to cheek PSOE-PP. ZP ha creído hasta ahora que puede pescar más votos con guiños al nacionalismo, aunque Astaire cantaba: «Me gusta pescar, pero ni la mitad que bailar juntos cheek to cheek».

carlos.segovia@elmundo.es