ATLÉTICO 1
ATHLETIC 0
Leo Franco
Seitaridis
Pablo
Perea
Pernía
Luccin
Maniche
Mista
Jurado
Agüero
Torres
Cambios: Galletti por Jurado (min. 64)
Costinha por Luccin (min. 74)
s.c.
Aranzubia
Javi González
Expósito
Sarriegi
Casas
Javi Martínez
Murillo
Iraola
Gabilondo
Yeste
Aduriz
Cambios: Etxeberria por J. González (min. 45)
Zubiaurre por Gabilondo (min. 54)
Aduriz por Urzaiz (min. 73)
s.c
Arbitro: Clos Gómez
Tarjetas amarillas: Perea, Javi González, Luccin y Mista.
Tarjetas rojas: No hubo.
Goles: 1-0: Agüero (min. 64).
MADRID.- Es como esa canción mala que se mete en la cabeza sin pedir permiso. De vez en cuando uno se sorprende tarareando el soniquete de forma inconsciente, sin caer en la cuenta de que suena horrible. Algo así le pasa al Atlético, que repite una y otra vez el mismo partido cada vez que sale como local. Lo hace sin pensar. Le sale así y punto. Es algo natural. Marea la pelota hasta que la pelota vomita, no provoca nada parecido a la diversión y luego reza para que alguien, algo, lo saque del lío. Ayer fue Agüero, quien con una maniobra eléctrica, una de ésas que sí cuestan dinero, resolvió el entuerto.
La anemia futbolística del Atlético fue testada por todos y cada uno de los rivales que han ido pasando por el Calderón. El Athletic, claro, no iba a ser menos. Y eso que en los locales estaban ayer todos los que pueden estar. Jurado, Mista, Agüero, Torres... Da igual. El problema de este equipo está más atrás. Sangra cuando tiene que trasladar el balón por la hierba, no encuentra una referencia siquiera admisible para hacer ese trabajo y tampoco cuenta con un lanzador en largo que apruebe un examen de precisión. Luccin y Maniche reciben siempre mal colocados, de espaldas, nunca de perfil para tener la salida más clara. De modo que se limitan a devolver el pase al lugar de donde lo han recibido.
Mané, tipo listo, sabía de antemano que con poner a un hombre sobre los centrales y al centro del campo soplando el cogote de los mediocentros tendría suficiente. A ello se aplicaron Aduriz, Yeste, Javi Martínez y Murillo. Se intuyó, en el primer cuarto de hora, algo más de alegría en el Atlético, agarrado a dos flashes de Agüero. Sin embargo, los sustos siempre fueron para Leo Franco. Los balones parados, otra repetición exasperante, permitieron un no remate de Gabilondo en el área pequeña que igualó los entusiasmos. A fin de mantener la fidelidad al guión ya visto, fue Torres quien removió los ánimos del estadio.
Fueron dos explosiones por la banda derecha, dejando atrás a Casas, centrando a la grada en la primera y facilitando el remate de Agüero en la segunda, en lo que fue la mejor opción local para haber marcado en la primera parte. La mejor del Athletic fue un remate horrible de Aduriz a la media hora cuando estaba completamente sólo delante de Leo Franco, un tipo de fallo a desterrar en un equipo que quiere salvar la categoría.
Poco a poco el partido se fue volcando hacia el área de Aranzubia. A la vuelta de los vestuarios, sin saber muy bien por qué, Seitaridis encontró una autopista en la banda derecha. Mané trató de controlar la sangría retirando a Gabilondo, muy cansado, pero ni con ésas. El griego, cuestionado por buena parte de la grada, es un tipo que necesita un cuarto de hora para pensar qué hacer con el balón cuando lo recibe. Levanta la cabeza, no ve nada, la pisa, vuelve a elevar el cuello, vuelve a pisarla... y al final una de dos: o la pierde o la devuelve a los centrales.
En una de ésas tiró un pésimo centro, fácil para el defensa. Sin embargo, de la nada, por detrás, a traición, apareció el Kun, un bajito con muy mala baba para los destinados a frenarle. Metió la puntita del pie, le robó la gabardina a Sarriegi y con un latigazo seco y rápido puso al Atlético por delante.
Un panorama generoso para con los de Aguirre, castigo a un Athletic desaparecido. Era el decorado que sueña el Atlético, perezoso con la pelota en los pies y presto a correr con metros por delante, los que había de dejar desde ese momento el grupo vasco. En realidad no hubo nada de eso. Ni los que iban perdiendo cogieron el partido por la pechera ni los que iban ganando aprovecharon la amplitud de espacios. Así que, entre rezos y bostezos, el Atlético superó otro marrón en su estadio que le permite seguir soñando. Pese a todo.