CELTA 0
ESPANYOL 2
BALAIDOS. 10.000 ESPECTADORES.
Pinto
Contreras
Areias
Tamas
Angel
Oubiña
Iriney
Jorge
Canobbio
Guayre
Bamogo
Cambios: López por Guayre (min. 46) Nené por Jorge (min. 55)
Aspas por Iriney (min. 60) s.c.
Kameni
Chica
Torrejón
Lacruz
David García
Moisés
De la Peña
Rufete
Moha
Luis García
Pandiani
Cambios: Ito por Moisés (min. 73)
Velasco por David García (min. 73) s.c.
Riera por Luis García (min. 83) s.c.
Arbitro: Pérez Lasa
Tarjetas amarillas: Moha, David García, Tamas, Chica, Rufete.
Tarjetas rojas: Tamas (min. 71).
Goles: 0-1: Luis García (min 24). 0-2: Pandiani (min. 57).
Fernando Vázquez aguantaba estoicamente el chaparrón enjaulado en su área técnica. Impasible, con la mirada perdida, su rostro no reflejaba ningún sentimiento más que el de una sutil melancolía. Qué lejos quedaban sus famosos aspavientos, o sus quejas arbitrales. A su alrededor, el teatro de Balaídos le abucheaba y gritaba a viva voz que se marchase. Vázquez sabía que posiblemente ésa era la última vez que vería a su Celta a pie de césped. Tuvo su ultimátum y no supo aprovecharlo.
Nunca se sabrá si cuando un equipo se rompe el responsable es el entrenador o los jugadores, o qué porcentaje de culpa tiene cada uno. Pero Balaídos declaró a Vázquez único culpable. Sólo a él la afición celeste le ha perdido primero el cariño y luego el respeto. Hasta una campaña de mensajes de móvil en cadena ha surgido para promover el linchamiento. En cuanto terminó el partido y se consumó la derrota y la poca decorosa entrada del Celta en la zona de descenso, Balaídos estalló en una sonora pañolada. Luego esperaron a su cabeza de turco en la calle para dedicarle sus últimos improperios. La noche fue larga y Manuel Carlos Mouriño tuvo que meditar la primera decisión dramática en su corta carrera como presidente del Celta.
Merezca o no la destitución Vázquez, no alberga dudas de que el Celta necesita un revulsivo, un cambio, lo que sea para salir de la creciente espiral negativa en que está instalado. Frente al Espanyol evidenció todos los síntomas de un equipo enfermo. Exhibió unas lagunas sonrojantes en defensa, una falta total de orientación en la construcción del juego y una formidable candidez en ataque. Y todo ello, sazonado con un nerviosismo creciente e imprecisiones en las que jamás incurriría un equipo sano. Al final, sucedió lo normal en estos casos: el rival, en este caso el Espanyol, se llevó la victoria sin apenas esfuerzo, con dos goles casi regalados y una pizca de seriedad defensiva.
Y eso que el Celta comenzó el partido achuchando, intentando marcar un gol e intentar luego sobrevivir durante una hora y media. Sin Baiano, la responsabilidad ofensiva recayó en la pareja Bamogo-Guayre. Pero ambos estuvieron negados, inexistentes. El Celta tuvo en esos instantes el control, pero careció de agresividad. Luego llegó el gol del Espanyol, casi sin quererlo. Un centro anodino de Rufete se convirtió en un balón envenenado gracias a dos rechaces nefastos de la defensa celeste. El primero fue a pies de De la Peña dentro del área, su disparo pasó bajo las piernas de Contreras y Oubiña se lo quitó de encima con la mala fortuna de ponérselo en bandeja a Luis García, que no perdonó.
Entonces fue cuando el público ya no pudo más y el Celta comenzó a sufrir una crisis de ansiedad que poco a poco se fue convirtiendo en resignación e impotencia. El segundo gol del Espanyol fue el fin, el del partido y el de Vázquez. En un contragolpe desatado tras un falló de la medular celeste, Rufete centró el balón a Pandiani -ayer en el puesto de Tamudo- que, con la puntera, batió a Pinto.