Ronaldo ha vuelto. La verdad es que nunca se fue, pero de eso sólo pareció darse cuenta el Milan, que le rescató a tiempo para seguir manteniendo con vida a un futbolista magnífico y al que las apariencias propias y los complejos ajenos le quisieron chupar la sangre. No lo consiguieron por el empeño del club italiano y por el suyo propio.
Fabio Capello presenció ayer a través de la televisión el debut de Ronaldo con el Milan. Seguro que no sintió nada especial. Se pueden hacer muchos resúmenes de su estreno en San Siro frente al Livorno (2-1), pero la sensación generalizada fue de emoción, de ilusión y, desde luego, de que un enorme futbolista acaba de regresar al calcio, un fútbol con cara de perro del que logró escapar sin imaginar entonces que le perseguiría hasta el Madrid en forma de entrenador tieso y áspero. Así que tuvo que huir de nuevo.
El Fenómeno había jugado su último partido en la Serie A italiana el 5 de mayo de 2002. Aquella tarde, el Inter de Milán perdió la Liga (última jornada) y aún quedan para el recuerdo las lágrimas de Ronaldo en el banquillo, impotente tras haber sido sustituido por otro de esos entrenadores con cara de perro, Héctor Cúper. El Lazio ganó 4-2 y el brasileño se curó dos meses después en el Mundial. De allí, al Real Madrid de Florentino Pérez.
A las 16.26 horas de ayer (minuto 62 de partido), una ovación impresionante persiguió a Ronaldo; fue el instante en que pisó de nuevo oficialmente el césped de San Siro. La última ocasión había sido el 28 de abril de 2002, cuando el Inter se impuso al Piacenza (3-1). Marcó gol entonces y a punto estuvo de hacerlo ayer. Lo intentó en tres ocasiones y en los tres remates provocó que los aficionados se levantaran de sus asientos. En la primera, Amelia (portero del Livorno) firmó un paradón espectacular; en las otras dos, la pelota, endiablada, rozó el poste.
Zapatazo.
Ronaldo ocupó el centro del ataque, como mandan los libros; los defensas se agruparon también en torno a él, así que los lados quedaron un poco más libres. Es lo que tiene provocar miedo, y eso es lo que se ha ganado Ronaldo a lo largo de su carrera. Así que llegó un buen lateral zurdo, Jankulowsky, y se plantó por su carril hasta la frontal del área para lanzar un zapatazo memorable, uno de los mejores goles de la jornada en Italia. Por cierto, el checo renovó ayer hasta 2011. El tanto desniveló el empate a uno (habían marcado Gattuso y Lucarelli) y el Milan se llevó los tres puntos.
«Ha jugado media hora, ha tenido tres ocasiones, ha disparado bien desde fuera del área, ha estado muy bien liberándose del marcador. Debe mejorar su condición física, pero estamos ante un futbolista que será muy importante para nosotros». Así lo vio Ancelotti, que ya ha transmitido a Galliani su «enorme ilusión» por el fichaje de invierno. «Ronaldo tiene un talento increíble. Aún le falta continuidad, pero del resto es el de siempre, velocísimo, potente, reactivo y con una técnica única», indicó el técnico del Milan, que no alberga ninguna duda sobre el paso adelante que ha dado su escuadra tras la incorporación del brasileño.
Ronaldo estaba realmente satisfecho. Con ese tono de voz y esa medio guasa suya, el delantero comentó sus sensaciones: «Diríamos que ha ido bien, todo es distinto y aún debo aprender mucho de este grupo, pero ha sido un inicio que me ha gustado. Ha sido una bella jornada». Los periodistas le insistían con que lo comparara con su etapa en el Inter. «Basta ya con las preguntas sobre el Inter. Pienso en el partido de hoy. Ya soy feliz y los goles van a llegar muy pronto», aunque no quiso hacer ninguna apuesta sobre los que espera marcar hasta el final.
Ronaldo descubrió una confidencia, y fue la única petición que le ha hecho Silvio Berlusconi, propietario y presidente del club, que asistió al debut: que no se afeite la cabeza. «Ronaldo está como siempre. Él es pura velocidad», elogió el mandatario milanista.