ADRIANO ESPINAL
MALAGA.-
Dusko Ivanovic no tiene una parte sentimental. Es un hecho. Algunos dudan de que la ternura se cuente entre sus expresiones. Estaba exultante tras la victoria, era más alto y más ancho que cualquiera de sus jugadores. «¿Quién dudaba de este Barça? Nosotros nunca miramos hacia atrás, ahora sólo nos importaba este torneo y lo hemos ganado después de tres partidos muy duros». Fue escueto y, mientras su presidente atendía a todos los medios justo en el centro neurálgico de las tripas del Carpena, Ramón Calderón buscaba unas escaleras que le salvaran de todos los micrófonos posibles.
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«Para perder las finales, hay que jugarlas. Somos los líderes de la ACB y no teníamos que demostrar nada». Cuatro de cada cinco jugadores del Real Madrid tenían esas palabras en sus bocas cuando se les preguntaba con la final perdida. «Pero, les han dominado en todo el encuentro...». «Sí, bueno, no hemos jugado bien, el rival era un gran equipo y la Copa es una competición muy dura y ya se sabe lo que pasa», según Felipe Reyes. Mientras los merengues capeaban el temporal como podían, el jaleo estaba en el vestuario azulgrana.
Jordi Trias, magnánimo hombre más valioso del torneo, atendía a diestro y siniestro a la prensa. En catalán, en español, otra vez en catalán... Sus compañeros ya habían acabado de alicatar de cava el vestuario y él aún no había admirado su galardón de mejor hombre. El cava se acabó pronto. Los puros Don Julián del número uno que se habían repartido en el vestuario tardaron más en consumirse. Uno para cada jugador y sin pasarse. Nada de invitar a nadie. Grimau encontró un mechero y a fumar al más puro estilo Stoichkov en 1992. «No soy como Garbajosa, pero tengo mis manías. Las dejo en privado. Estoy muy contento por el título y el MVP, pero ahora sólo hay que pensar en la Liga y en la Euroliga, eso es lo importante. Hemos hecho tres partidos muy buenos y, aunque casi no hay tiempo para celebrarlo, estoy muy satisfecho. Hemos demostrado que somos grandes», dijo Trias. El griego Kakiouzis, por ejemplo, siempre tiene que encestar el último tiro de la rueda de calentamiento, pero Trias no confiesa sus secretos íntimos antes de un partido importante. Es su temporada de consagración y en la NBA recibirán informes sobre su actuación por doquier.
Fiesta.
Gasol, en 2001, también en Málaga y también en una final contra el Real Madrid, ganó la Copa e hizo que las manos del público sangraran de aplaudirle. No es el caso de Trias, pero es una curiosa efeméride. Por aquel entonces, en el equipo local se esforzaba por despuntar un tal Fran Vázquez. Ayer le ganó su segunda Copa del Rey al Real Madrid. «Antes del partido, sólo pensaba en que hace dos años, con el Unicaja, también era el Madrid el finalista que tenía delante. Sabía que se le podía ganar y quería volver a experimentar lo que se siente siendo campeón». El de Chantada se pudo recuperar del golpe en la cabeza del primer partido y como collarín especial se llevó la red de la canasta.
El vestuario azulgrana se vació de gente ajena a él más de media hora después de que se abriera. Joan Laporta seguía en la puerta. «Este título tenía que llegar. El trabajo de Zoran Savic, Ivanovic y todo el equipo de baloncesto tenía que dar sus frutos. Era algo que esperábamos y, además, contra un rival con la enjundia del Real Madrid que está realizando una gran temporada en la ACB», analizaba el presidente del Barça. Fue un baño azulgrana, pero los perdedores no se escondieron. Más enteros de lo que cualquiera esperaría atendieron a todo el mundo. Y eso que el fin de semana fue duro. La Mini Copa también la perdieron ante los cadetes azulgranas.
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