Lunes, 12 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6266.
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ESQUI / Copa del Mundo
La esquiadora 10
TRAS LOGRAR SU ORO EN EL DESCENSO DE ARE, PAERSON SE CONVIERTE EN LA PRIMERA ESQUIADORA EN SER CAMPEONA EN LAS CINCO DISCIPLINAS ALPINAS
CHOAN ORUS

«Lo sé, sólo me falta una». Anja Paerson, la sueca de oro, la mujer de las piernas portentosas, fría como un témpano ártico, era consciente de que la prueba de descenso de ayer domingo en el Campeonato del Mundo de Are suponía su entrada por la puerta grande en la historia del esquí alpino. De vencer, sería la primera deportista en triunfar en todas las disciplinas posibles en unos Mundiales. El viernes, cuando se alzó con el oro de la Supercombinada, igualó a su compatriota y vecino Ingemar Stemmark en pruebas obtenidas en unos JJ.OO. y Campeonatos del mundo. Ayer, al ganar, redondeó su palmarés, tres oros seguidos y el saberse la esquiadora más completa que se ha paseado por los campeonatos. Posiblemente no posea el glamour de Pernilla Wiberg, ni el toque sexy de Deborah Compagnoni, ni la naturalidad de Vreni Schneider. Pero cuando quiere, arrasa. Y sólo tiene 25 años.

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Este año toda su planificación se ha basado en Are y en su cita con la historia. Ha despreciado el inicio de la temporada en la Copa del Mundo, centrándose en la preparación de las pruebas de velocidad. Era consciente de la baza que tenía tras el año sabático de la croata Janica Kostelic, otra esquiadora completa, y la retirada de las pistas de la reina de la velocidad austriaca, Michaela Dorfmeister. Incluso, a quienes la conocemos desde hace años nos ha sorprendido el cambio en su fisonomía. «Parece inflada», decía un colega; «tiene las piernas del muñeco de Michelín», apostillaba otro. Es el peaje de las pruebas de velocidad, que requieren un físico potente, capaz de transmitir tracción, estabilidad, a los esquíes cuando las circunstancias lo exigen, y de aunar a la velocidad de las tablas encaradas a la máxima pendiente, la masa necesaria para aumentar el rendimiento.

Y a fe que lo consigue. Lo verdaderamente destacable de Paerson es que, aún apostando por las pruebas de velocidad, sigue siendo una esquiadora con una técnica envidiable. El descenso de ayer requería en su primera parte una anticipación de giros, una automatización de movimientos, que primaba a las esquiadoras con mejor técnica. Ahí lo bordó. Hay que recordar que sólo hace un año se proclamó campeona olímpica de eslalon, prueba con la que comenzó su paseo por los Mundiales hace seis años, en Saint Anton. Tal y como se desenvolvían las cosas, a mitad de descenso sólo cabía apostar por quienes ocuparían su derecha y su izquierda en el podio. Al final, la plata se la llevó la americana Lindsay Kildow y el bronce la austriaca Nicole Hosp, dos magníficas y polivalentes esquiadoras que han tenido la mala suerte de coincidir en la historia del esquí con la sueca.

Carolina Ruiz Castillo quedo la vigésima. Bajó bien en el primer tramo de carrera, con curvas contraperaltadas y cambios de ritmos, pero no dejó correr sus esquíes lo suficiente en el segundo. Le faltan todavía tablas en el descenso. Carolina hace entrenamientos fantásticos. Pero en competición se agarrota.

El descenso masculino, disputado también ayer tras la suspensión del sábado, se lo llevó el noruego Aksel Lund Svindal, que en estos momentos lidera la general de la Copa del Mundo. Svindal ganó por eliminación. Volvieron a fallar Miller y Maier, Buechel y Walchhoffer. Sólo hay que echar una ojeada al cajón para comprender lo atípico del palmarés de este descenso. El segundo lugar lo ocupó el canadiense Jan Hudec, un esquiador que, salvo en Lake Louise, su tierra, no había entrado entre los 30 primeros en ninguna de las pruebas de la Copa del Mundo disputadas esta temporada.

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