La prueba está en el peso de los dos contratos multimillonarios que la compañía gala ha rubricado en el Pentágono este año. Su valor total es de 2.400 millones de dólares (1.850 millones de euros). El primero estaba destinado a la industria aeronáutica americana y consiste en 700 millones de dólares (540 millones de euros).

El segundo, firmado a finales de enero, es más ambicioso, puesto que Michelin recibirá 1.700 millones de dólares (1.300 millones de euros) en un plazo de 10 años a cambio de ponerle los zapatos a los camiones, los coches y carros terrestres del ejército yanqui.

La naturaleza de este acuerdo relativiza el mito insustancial de la presunta rivalidad franco-americana. No es una casualidad que la sede europea de Disney se haya ubicado en París. Como tampoco es circunstancial que Francia sea el país con mayor número de franquicias de McDonald's.

La diferencia en el caso de Michelin radica en que no es lo mismo comerse una hamburguesa o bailar con Pluto que ponerle los neumáticos a los vehículos que transitan en Irak y en Afganistán. De hecho, la urgencia del acuerdo con la compañía francesa proviene precisamente de las necesidades que requieren paliar el desgaste de las ruedas en el frente.

No sólo porque los planes estratégicos de Estados Unidos en Irak van a demorarse mucho más tiempo del previsto. También porque el Pentágono reconoce que los neumáticos Michelin tienen una buena relación calidad/precio, qué cosas, y se han demostrado más resistentes en condiciones extremas. Extremas, se entiende, como una guerra civil.

Sale beneficiada la reputación planetaria del orondo muñeco, del mismo modo que la maniobra juega a favor de los intereses americanos-nacionales. Empezando porque Michelin tiene en Estados Unidos 19 fábricas, comprende una plantilla de 22.300 asalariados y goza de excelente salud económica gracias a su implantación versátil en el ámbito civil y en el militar. Semejante posición de predominio se explica porque Michelin fue una compañera pionera en EEUU -se implantó originalmente en 1908- y porque llevó a cabo en 1990 la absorción pacífica del grupo Uniroyal Goodrich.

Desde entonces, Michelin ha conseguido convertirse en un cliente de referencia del ejército americano. «Michelin ya está preparada para convertirse en el interlocutor único para todas las necesidades militares de Estados Unidos», explicaba Luc Minguet en nombre de la división americana de la firma francesa. «Nuestros vínculos de confianza han crecido sólidamente con el tiempo».

La empresa francesa se ha puesto al día con un programa de investigación y de desarrollo científico destinado a los requisitos específicos de los vehículos militares en zonas de conflicto. El éxito del doble contrato deja en fuera de juego a la compañía Goodyear, cuya situación tormentosa -huelgas y paros- le ha privado de seguir calzando el mítico Humvee, sobrenombre del carro armado y blindado más habitual en las calles de Bagdad y de Kabul.