R. A.
El candidato conservador Nicolas Sarkozy no podía ceder el protagonismo dominical a la 'resurrección' de Ségolène Royal. Necesitaba adelantarla por la derecha, organizar un mitin alternativo para que los telediarios y los periódicos le tuvieran presente en la resaca política.
Ya puestos, el candidato de la UMP organizó una reunión plebiscitaria en el mismo escenario donde Royal había celebrado su investidura el pasado 26 de noviembre. Es decir, el teatro de la Mutualité, aula recurrente del barrio latino de París y plataforma de un discurso que sirvió a Sarkozy para abrir su mapa electoral y mencionar el lema de la reconciliación.
«Reconciliación entre los franceses. Reconciliación con la República. Reconciliación con los valores, con la escuela, con la universidad», señaló el ministro del Interior en uno de los pasajes más aplaudidos de su discurso. Y es que el actual ministro del Interior no se conforma con ser el presidente de todos sus compatriotas. También quiere ser el candidato de todos los franceses.
Así se explican los guiños que hizo ayer al electorado de Le Pen y la voluntad de hacerse escuchar entre los ciudadanos de la izquierda. Partiendo de un compromiso: la regeneración moral de la política. «Juntos podemos transformar Francia. Yo no voy a pediros sacrificio, sino esfuerzo», señaló Sarkozy antes de arremeter contra el sectarismo y la parcialidad de los rivales socialistas.
Nunca mencionó a su rival socialista explícitamente, pero la atacó implícitamente cuestionando la demagogia de su programa y criticando «la democracia de la opinión».
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