MARIA JESUS MERINERO
Irán, por su situación geoestratégica y su proceso histórico, es un país abierto. Punto de encuentro e intersección entre varios mundos, ha sido un tradicional nexo cultural y comercial con Occidente e importante enclave en las relaciones bipolares en Oriente Próximo para el control del avance comunista o los recursos energéticos -es el tercer exportador mundial de petróleo, y posee las segundas reservas mundiales de gas-. Irán ha vivido, en unas coordenadas occidentales y asiáticas, musulmanas y marxistas. Sus recursos humanos -numerosa población joven y bien formada- y culturales -síntesis entre su pasado preislámico, su herencia occidental y su dimensión chií (la mayoría de su población profesa este credo)- refuerzan su potencialidad.
Diversos conflictos armados regionales, como los del Caúcaso, Afganistán o Irak, alimentan la inestabilidad de sus fronteras. Además, juega un papel influyente en el conflicto palestino-israelí que compromete, desde 1946, a los países de la región. A pesar de su importancia, el contexto regional por sí solo no explica las coacciones que se ejercen sobre su situación geopolítica, más tributaria de la evolución de las relaciones de fuerzas internacionales a nivel global. Las guerras en Afganistán e Irak, la militarización que EEUU promovió desde 1991 en los estados del Golfo Pérsico con el pretexto de protegerles de Sadam Husein, su presencia militar en muchas repúblicas ex soviéticas para cercar a los seguidores de Bin Laden, y la inclusión de Irán, desde 2001 en el eje del mal, confirman una situación amenazante para Irán, el país más estable y modernizado de la zona.
Si durante los primeros años de República Islámica sus relaciones exteriores estuvieron marcadas por una retórica de occidentofobia especialmente dirigida a Estados Unidos, como respuesta a la experiencia vivida durante la Guerra de Irak; una vez superada la crisis, se invirtió la percepción antagónica por una nueva consideración más equilibrada valorando el intercambio entre culturas. La política de diálogo y concordia del ex presidente Mohamed Jatami, su acercamiento a los países árabes conservadores, el restablecimiento de relaciones con Egipto, confirman el reconocimiento del peso geopolítico de Irán en Oriente Próximo. Su prudencia ante el conflicto palestino-israelí y de Afganistán, como su actitud constructiva en la crisis con Irak, permiten calificarle como país de buena vecindad.
Pero EEUU, en su afán de remodelación de Oriente Medio sueña en hacerle cliente, olvidando el fortalecimiento del eje Rusia-Irán-China, el papel decisivo que puede tener la República Islámica por su influencia entre el sector chií en la región y el peso económico y demográfico de su diáspora en el Golfo.
El estancamiento en la resolución de la cuestión nuclear por la no aceptación de una estrategia concertada y multilateral, las coacciones a través de la resolución del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y la agresividad de la política estadounidense con Irán, sólo favorecen a los involucionistas del actual Gobierno de Mahmud Ahmadineyad. Les proporciona más argumentos para atajar la experiencia de apertura y pluralidad del Gobierno reformista y justificar así la necesidad de un Gobierno que responda con dureza a las amenazas exteriores y a una posible desestabilización interna.
Se olvida que la evolución política de un país estratégicamente importante como Irán, tendrá inevitablemente consecuencias a nivel regional y global. Que se involucre en un proceso de apaciguamiento interior y exterior o se empeñe en la vía del endurecimiento y de la confrontación, pesará en el juego geopolítico del planeta, que se verá considerablemente modificado. La revalorización de las potencialidades geopolíticas de Irán, hacen que su vocación sea la de convertirse en punto de convergencia y potencia mediadora. Esta predisposición supera su posición geográfica inscribiéndose en su identidad cultural, a la vez inclusiva y abierta sobre el mundo.
María Jesús Merinero es profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura. Su libro más reciente es
Resistencia creadora en Irán
(Biblioteca Nueva, 2007)
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