C. A. R
Para sorpresa de los asistentes a la 43ª Conferencia de Seguridad de Múnich, Estados Unidos ofreció ayer un nuevo estilo en sus discursos. Cortés y educado, jugando con las palabras y una cierta carga de humor e ironía, pero firme en sus argumentos, el nuevo secretario de Defensa Robert Gates replicó al presidente ruso, Vladimir Putin, señalando que «por nostalgia, casi me ha hecho añorar la Guerra Fría».
Ante las acusaciones de Putin de que Washington busca un «mundo unipolar» y se ha convertido en un elemento desestabilizador, el jefe del Pentágono se refirió al líder ruso como «un viejo guerrero de la Guerra Fría» y recordó su profesión de «espía», habituado a «hablar siempre de una manera sesgada».
Gates, ante los 270 delegados, se dedicó a tranquilizar a Putin asegurando que no hay vientos de guerra en el horizonte y, como muestra, se refirió al viaje que realizará esta semana a Moscú invitado por el presidente ruso y su ministro de Defensa, Serguei Ivanov. «Con una Guerra Fría ya fue suficiente», culminó. El secretario de Defensa hizo memoria de su paso al frente de la CIA y del Consejo de Seguridad de Estados Unidos «con cuatro presidentes» y aclaró que Rusia es un «socio en la acción».
Y, tras estas palabras conciliadoras, vino el ataque. «También nosotros nos preguntamos sobre ciertas medidas políticas tomadas por Rusia que parecen ir contra la estabilidad internacional, como sus ventas de armas [a Irán] o la utilización de la energía como coacción política [contra Bielorrusia, Georgia y Ucrania]», aseguró Gates en su alocución.
Sobre la crisis en Irak, al que también se refirió Putin acusando a Washington de haber dejado un país peor que el que se encontró, el número uno del Pentágono advirtió que «si EEUU y sus aliados fracasan y se produce el caos, cada uno de los miembros de la alianza sentirá las consecuencias». «Ese caos recrudecerá el conflicto en Oriente Medio y provocará más terrorismo fuera y nos alcanzará a todos», añadió.
No evitó Gates hablar de las cárceles militares de Guantánamo (Cuba) y Abu Ghraib (Irak) y, pese a denunciar la existencia de «cierta propaganda anti-EEUU», admitió que «también hemos cometido algunos errores».
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