Lunes, 12 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6266.
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El teniente Watada
JAVIER ORTIZ

Ehren Watada es un teniente del Ejército estadounidense que tiene pendiente un Consejo de Guerra por haberse negado a participar en la ocupación de Irak.

El teniente Watada se encontraba en la base militar de Fort Lewis, en el estado de Washington, cuando supo que iba a ser enviado a Bagdad. Decidió informarse sobre la guerra a la que lo destinaban. Leyó bastantes libros y muchos artículos de prensa para conocer la Historia de Irak, los antecedentes y la actualidad del conflicto, la legislación internacional aplicable al caso y los fundamentos jurídicos de la intervención norteamericana. También tuvo numerosos contactos con veteranos de esa guerra. Una vez informado, llegó a la conclusión de que el despliegue militar ordenado por George W. Bush viola la Constitución de los Estados Unidos, el Acta de Poderes de Guerra, la Carta de las Naciones Unidas, la Convención de Ginebra y los principios establecidos por los juicios de Nuremberg.

Watada no se opone a todas las guerras por principio. De hecho, propuso que lo destinaran a Afganistán, porque entiende que esa invasión sí cuenta con la legitimidad necesaria. No así la de Irak, que fue aprobada por un Congreso que -recuerda- fue engañado por Bush, quien aseguró que Sadam Husein estaba en posesión de armas de destrucción masiva y tenía lazos directos con Al Qaeda. Entiende que acatar la orden de ir a Irak le conduciría a participar en la comisión de crímenes de guerra, y no está dispuesto.

El teniente Watada no esgrime sólo motivaciones éticas, sino también legales. Se siente respaldado por la Constitución de los Estados Unidos, que ampara la desobediencia de órdenes injustas, y también, y sobre todo, por los principios que fijaron los juicios de Nuremberg contra algunos de los servidores del III Reich. Allí se rechazó de plano la eximente llamada «de obediencia debida». No pocos militares del Ejército hitleriano fueron condenados a la pena de muerte y ejecutados porque, según criterio del tribunal, cuando un soldado recibe una orden manifiestamente injusta y criminal, tiene el deber de desobedecerla.

El Consejo de Guerra que juzgará al teniente Watada el 19 de marzo -el que se inició el pasado 8 fue anulado por defectos de forma- puede condenarlo a 8 años y medio de cárcel. Pero, si lo hace en función de la acusación que pesa ahora mismo contra él, basada en el supuesto principio de que un militar está obligado a respetar la cadena de mando, lo único que demostrará es lo que, por desgracia, ya sabíamos de sobra: que la estricta justicia sólo castiga a los derrotados.

A los militares del III Reich se les pudo echar en cara no haber desobedecido las órdenes injustas por una sola razón: porque habían perdido la guerra. No concurriendo esa condición en el caso de los EEUU, podemos dar por hecho que el teniente Watada será condenado.

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