Lunes, 12 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6266.
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Las dos fosas
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

En vísperas del juicio sobre el 11-M, que es como decir sobre el acceso al poder de Zapatero, casi todas las cartas se han puesto sobre la mesa. Se va a soltar al asesino De Juana Chaos para que ETA sepa que aún tiene mucho que ganar pactando un cierto silencio y una relativa tregua con Zapatero. Y Polanco, tratando de lavar de sangre y mostrando el rostro humano del sanguinario etarra, ha demostrado su insustituible eficacia para crear un nuevo régimen capaz de sobrevivirles a Zapatero y a él mismo. Un régimen que no deba nada al franquismo, aunque él le deba su fortuna; ni a aquella Transición diseñada y pilotada por franquistas, aunque franquistas de lance fueran él y Cebrián; un régimen a la vez antiguo y moderno, en el que la propaganda, «el otro nervio de la guerra» según Napoleón, sea el sistema nervioso narcotizado que garantice la paz. Hay que apaciguar a la ETA alineándose abiertamente con ella y frente al PP. Hay que apaciguar al separatismo catalán alineándose con él frente a la Constitución. Hay que contar con todos los partidos para crear una situación irreversible contra el PP y media España. Hay que crear, en fin, una nueva legitimidad capaz de deslegitimar la legalidad vigente, los fundamentos morales y nacionales del orden legal que concreta la Constitución de 1978. Y hay que desmantelar el Poder Judicial y aplastar el afán de justicia de los españoles, que pretende castigar a los responsables y cómplices del 11-M.

Para eso ha comenzado ya una especie de Causa General contra el franquismo que, con el nombre típicamente tercermundista de Comisión de la Verdad, va a instruir una logia internacional, izquierdista, pronacionalista e incluso proetarra compuesta por famosos zascandiles repetidamente premiados por el PNV (Mayor Zaragoza, Cossiga, Soares) o añejos izquierdistas irredentos como Desmond Tutu o Danielle Mitterrand. La banda sonora la puso Lluis Llach con Campanadas a mort (no preguntes; doblan por ti). Su fin último es legitimar en Occidente este sutil cambio de régimen. Dice Mayor Zaragoza: «Sólo si se conoce la realidad profundamente pueden llevarse a cabo las transformaciones necesarias y serenamente podremos construir una sociedad donde toda diversidad tenga su espacio». O sea, el régimen confederal del PRISOE. La Superlogia actuará como Polanco tras el 11-M, cuando deslegitimó internacionalmente al Gobierno Aznar acusándole de mentir, aunque hoy sabemos que la masacre sólo alcanzó eficacia política gracias a las grandes mentiras del PRISOE. Por supuesto, esta Superlogia de la memoria retroprogre no dirá que quiere liquidar el régimen constitucional, sino derogar la Dictadura de Franco, que, como repiten etarras y nacionalistas, perdura en el régimen del 78. Para cerrar las fosas del 11-M tienen que abrir las de la Nación y la Constitución.

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