IVAN TUBAU
Refrendarán su estatuto. ¿Por qué? Porque lo han pactado PSOE y PP y eso quiere decir casi todo el arco parlamentario andaluz.¿Es diferente al Estatuto de Andalucía al de Cataluña? Apenas. Uno define en el proemio a Cataluña como nación, el otro a Andalucía como realidad nacional. Ningún lingüista (modestamente lo soy) y ningún jurista serio (Francesc de Carreras por no ir más lejos) vería diferencia sustancial entre ambas formulaciones. Por lo demás, casi todo lo demás es igual, como en el estatuto valenciano, también pactado por PP y PSOE. ¿Entonces? Entonces resulta que el estatuto andaluz alude a la sacrosanta indivisibilidad de España (algo así como la indivisibilidad de un holograma o la del Dios uno y trino de los cristianos) y el de Cataluña no proclama esa sandez metafísica.
Escribo en este momento en Córdoba pero podría hacerlo -la internáutica es una aplicación de la física y no de la metafísica- en Cartagena, Murcia, Granada o Sevilla, lugares de donde he sido ciudadano transitorio en estos últimos días. Decían muchos rojos de cuando yo era joven que el fascismo se quitaba leyendo. Mentira. Si hubiesen leído lo suficiente, desde Louis-Ferdinand Céline a Ezra Pound o T. S. Eliot pasando por Xènius, Rafael Sánchez Mazas, Eugenio d'Ors (así firmó cuando fue franquista) y un centón más de similar calibre -o a Pablo Neruda por transitar otros parajes-, se habrían percatado de que el fascismo no se quita ni escribiendo.Después, cuando la sanguinolenta dictadura franquista de beatas y legionarios finiquitó por motivos biológicos y llegó a Cataluña la dictadura blanca democrática del nacionalismo catalán, algunos de esos ilusos del ir leyendo dijeron que el nacionalismo se quitaba viajando.
Mentira también. Me he topado con nacionalistas catalanes en La Habana, San Francisco, Caracas, Varsovia, París por supuesto, Atenas, Budapest e incluso, al sur de Buenos Aires, con catalanistas del morro fort en ruta hacia la Patagonia. Y ahora mismito, recorriendo las comunidades autónomas de Murcia y Andalucía, no he dejado de tropezar a casi cada paso con nacionalistas españoles tan del morro fuerte como los catalanistas (dado que carezco del acento delator, no me toman por catalán y suelen sincerarse conmigo).Dicen, sintetizo a mucha gente, que el nacionalismo -así, sin adjetivar- es muy malo porque quiere destruir la nación española.Los andaluces que hablan (los que no, que son los más, no sé) quieren un estatuto tan potente como el catalán para así, siendo andaluces de realidad nacional, ser más españoles que nunca: átenme, por favor, esta mosca por el rabo.
Viajar por España no cura del nacionalismo catalán. Pero sí podría curar a algunos catalanes del nacionalismo español. Incluso darles ganas de convertirse al nacionalismo catalán. No es mi caso, porque pienso que en la Unión Europea del Mundo Globalizado, ser nacionalista español es tan obsoleto como serlo catalán, y casi tan risible como proclamarse comunista o católico de misa dominical.
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