Algo debe influir en la política el cambio climático, porque anda todo muy alborotado. Tanto es así que algunas especies de aves migratorias, que hoy anidan en este pesebre para marcharse al opuesto según quién gobierna, revolotean inquietas, no fuera caso que las pillara desguarnecidas alguna tormenta parlamentaria.Me explicaré. Nunca en mi vida he oído tantos rumores, confidencias y frases del tipo «esto lo sé de buena tinta» como ahora. Por amor de Dios, un poco de seriedad.
Uno ya comprende que, después de los niños, los seres más predispuestos a la intoxicación son los periodistas. Los primeros tienen la disculpa de que, en su ignorancia, confunden la botella de detergente con el yogur. Los segundos, no. Hay una saturación tal de dimes y diretes que un servidor se lo piensa mucho antes de cruzar a pie la Plaça Sant Jaume. A la que te agarra cualquier mindundi, ¡zas!, te suelta la última burrada que se le ha ocurrido a alguien.Que si Trias está así o asá, que si CiU y ERC pactarán en las municipales, que si Carod dejará a Montilla plantado a mitad de legislatura, que si tal, que si cual Yo me río y les dejo decir aunque, en realidad, me aturullen un poco. Y digo que me río porque la proliferación de estas bandadas de pájaros murmuradores es el mejor signo de que el Govern del president Montilla está haciendo lo que debe. Cuando los responsables políticos son los protagonistas del circo mediático con sus excentricidades, estos pájaros suelen emigrar a otras latitudes. Solamente cuando impera el rigor, la seriedad y se dice y hace lo que toca cuando toca y donde toca, a saber, en sede parlamentaria, las cotorras que desean desgastar al precio que sea proliferan como moscas en verano.
Lo peor de todo es que acaban por creerse sus propios rumores, y ya se les hacen los dedos huéspedes pensando en que en el Ayuntamiento de Barcelona mandará una coalición nacionalista, o de centroderecha, o de derecha pura y dura. Y que en cuatro días la Generalitat, léase el cortijo que la derecha autóctona entiende como suyo, volverá a las manos de quien cree de forma espuria que le pertenece.Puestos a imaginar fábulas de Samaniego, algunos ya se ven ministros o incluso vicepresidentes. Y digo yo, ¿por qué se les exige a nuestros esforzados deportistas que se sometan a estrictos controles anti dopping y, en cambio, a los padres de la patria no?
Me temo que la respuesta hay que buscarla en la falta de escrúpulos y el mal perder que tienen algunos partidos. España ha sido de derechas desde la batalla de Guadalete. Los intentos de librarla del yugo de señoritos, caciques, casullas y retórica han sido pocos y rápidamente aplastados por la fuerza. El garrote vil no queda tan lejos. Ahora son más cucos, pájaros muy avispados que colocan a sus crías entre los huevos de otras especies, y esconden las pistolas para utilizar la peor de las armas: el rumor.
De la misma manera en que se calumnió vilmente a Maragall, ahora se hace con Montilla o Hereu. Les temen. Y de ese miedo surge su más negra rabia. Por eso les escupen mendacidades. Pero no deben preocuparse. Tenemos el consuelo de pensar que si a Jesús le dijeron de todo, ¿qué podemos esperar nosotros, pobres mortales?
En fin, un consejo: guárdense de esos pájaros de la rumorología.Van escampando guano allá por dónde pasan. De hecho, es lo único que saben hacer.