Se trata de un conjunto pictórico que data del siglo XII, obra del Maestro de Santa Coloma, y una de las piezas más representativas del románico andorrano. En las pinturas aparecen un Cristo mayestático rodeado por símbolos de los cuatro evangelistas; un colegio apostólico constituido por seis discípulos; un friso con cuatro medallones de pájaros; otro en arco con muestras ornamentales y fragmentos de una Anunciación; y un tercero con cuatro santos bajo los arcos.

Todas estas piezas se encontraban en las paredes de la iglesia de Santa Coloma de Andorra, una ermita de origen prerrománico, situado en la margen derecha del río Valira, entre Sant Julià de Lòria y Andorra la Vella, que fue ampliada durante el siglo XII - de esa época datan tanto el campanario como los frescos- y que cuenta con un pórtico del siglo XV. Pero salieron de allí a principios de la década de los 30, cuando el Obispado de Andorra optó por venderlas. Tras esa decisión los frescos viajaron por España, Francia y Austria hasta llegar a Alemania, donde acabaron en manos del varón Cassel Van Doorn, un coleccionista belga de origen judío que decidió instalarlos en su casa de Cannes, en la Costa Azul. Allí fue donde los dejó el barón al decidir refugiarse en Estados Unidos por miedo a los nazis cuando se inició la Segunda Guerra Mundial; y allí fue donde los encontró el ejército alemán al ocupar el Sur de Francia.

Evidentemente, las tropas de Hitler confiscaron no sólo los frescos andorranos sino toda la colección de Cassel van Door y se los llevaron a Alemania, donde han permanecido durante siete décadas porque, aunque los aliados devolvieron una parte de la colección al barón, no se llegó a establecer una conexión entre los frescos de Santa Coloma y Cassel Van Doorn. Desde 1966, las pinturas quedaron depositadas en los Museos Estatales de Berlín, encargados de la custodia temporal por el Ministerio de Finanzas alemán.

En 2004 se inició el proceso judicial y de peritaje de las obras para determinar quiénes eran los herederos del barón, fallecido en 1952; proceso que finalizó ayer en Alemania con la firma del acuerdo. Según el contrato de compraventa firmado en mayo de 2005, cuando aún estaba viva la baronesa Maria Alexander Cassel Van Doorn, el 92% de los frescos, que en teoría le correspondía a ella por el testamento de su marido, se cerró en un importe de más de 3,6 millones de euros. Otro acuerdo de opción de compra firmado con los herederos de la secretaria del barón, a quien correspondía el 8% de los frescos, estipuló su valor en 320.000 euros.

Tras el acuerdo, las pinturas saldrán hacia Andorra a finales de mes y hasta que finalice la construcción del museo nacional de Andorra se instalarán en la sala de exposiciones del Gobierno.