Treinta años después, el agua subterránea y el aire están contaminados. La agencia británica de Medio Ambiente ha abierto una investigación. El objetivo: aclarar qué pasó con los cientos de toneladas depositadas por la empresa química Monsanto en vertederos del Reino Unido.
Hace 30 años, esta compañía estadounidense pagó a contratistas para que se deshicieran de los desperdicios generados en sus fábricas. La basura generada por Monsanto se tiró, en algunos casos, en vertederos que no estaban autorizados a recibir este tipo de desperdicios.
Uno de los vertederos utilizados está ubicado en Groesfaen, cerca de Cardiff, Gales. Allí se han detectado, pasadas tres décadas, restos altos de contaminación. De hecho, es el punto más sucio. Limpiarlo por completo puede costar alrededor de 100 millones de libras, unos 150 millones de euros.
Una información publicada ayer por el periódico The Guardian pone de relieve los efectos que esos desperdicios generados y tirados por la compañía producen en la actualidad y explica cómo las descargas de esta basura se realizaron incluso cuando se sabía que podía contaminar no a la flora y a la fauna, sino a la gente.
Según revelaba ayer el diario londinense, un informe oficial del Gobierno recoge que hasta 67 elementos químicos se están filtrando desde los límites de una de esas canteras utilizadas como vertederos, pese a que no estaba permitido que allí se depositaran productos de este tipo. Ese documento señala que, tres décadas después, se ha detectado la presencia del llamado Agente Naranja, de dioxinas y de PCB, que entonces, cuando se produjeron los vertidos, sólo eran fabricados por Monsanto. La empresa comercializaba este producto, fabricado en su planta de Newport, con el nombre de Aroclor.
Basura nociva
La compañía, en un comunicado emitido ayer, afirma que trabaja aún con el Departamento de Medio Ambiente de Gales y otros organismos para resolver este asunto y añade, entre otras cosas, que «Pharmacia -una de las empresas en las que se dividió Monsanto en 1997- no ha tirado basura desde sus propios vehículos».
El primero de los informes sobre la basura depositada por esta empresa en vertederos de Gles y el resto de la isla se elaboró en 1972, después de que nueve vacas murieran envenenadas. Lo firmó Douglas Gowan, quien ha explicado al periódico británico que «las autoridades conocen la situación desde hace años, pero no han hecho nada».
La información recuerda cómo en 2003 el vertedero Brofiscin, en Groesfaen, empezó a lanzar gases que se extendieron por todas las zonas próximas. En ese recinto Monsanto depositó basura tóxica. Pese a ello, a la gente no se le informó de los riesos que podía correr, y el domingo los vecinos empezaron a exigir datos que aclaren lo que ocurrió.