ANGEL VIVAS
MADRID.-
Almudena Grandes, que se reconoce «una escritora con una tendencia evidente al desparrame y a la digresión», afirma que en la novela que acaba de publicar (El corazón helado, Tusquets) se ha contenido más que nunca. Aun así, le han salido 900 páginas. Y es que El corazón helado recorre casi 100 años de la Historia de España y una nutrida nómina de personajes.
No es, como diría Isaac Rosa, otra maldita novela sobre la Guerra Civil, pero la guerra está muy presente, porque no se puede escribir del último siglo español sin tocarla de algún modo; en el siglo XX, todo es antecedente o consecuencia de la guerra, como dice la propia Almudena. En todo caso, más que de los datos históricos, «trata de la reelaboración sentimental de los hechos del pasado».
La escritora se ha documentado exhaustivamente para respaldar una historia que es pura ficción. Y está legítimamente orgullosa del acercamiento que ha hecho a los años 30. «Mucha gente de mi generación que se ha aproximado a la República y la guerra lo ha hecho desde el presente, pero nuestra época no tiene nada que ver con lo de entonces; entonces no había gente neutral, prácticamente todo el mundo pertenecía a un partido político, nadie estaba por encima del bien y del mal. Mis personajes se equivocan, creen cosas que son mentira».
La emoción, prioritaria
Aparte de la mayor sabiduría técnica (imprescindible en una novela semejante) que, a estas alturas, se le suponga a Almudena Grandes, El corazón helado tiene algunas cualidades muy suyas. Es, como no podía ser menos, emocionante. «Reivindico absolutamente la emoción, que me parece el territorio de la literatura; no sólo escribo para emocionar, sino que leo para emocionarme, no para ser más sabia».
Es galdosiana. «Galdós es uno de los escritores que me enseñó a escribir y es de los que más se han apasionado por la Historia de este país. En una novela como ésta tenía que salir Galdós; y a mucha honra. Hay que recordar cómo le amaban los poetas del 27, cómo Cernuda, en el exilio, dijo que su única patria era la España de Pérez Galdós».
Y es muy madrileña. «Madrid es un personaje de la novela. La República, la Guerra Civil y la pos- guerra fueron fenómenos muy territoriales. Los famosos desórdenes previos a la guerra se dieron en Madrid, no en otros sitios. La guerra no se vivió igual donde triunfó el golpe desde el primer momento que en Madrid, que tenía el frente encima. Madrid ha tenido un destino muy curioso, ha pasado de ser la capital mundial del antifascismo a ser la capital del único régimen fascista del mundo. Y fue la ciudad que resistió e impidió que se acabara la guerra en noviembre del 36. Esa ignominia de ciudad de funcionarios, acomodaticia, franquista, es absolutamente falsa», agregó ayer la escritora.
|