El director de cine iraní Bahman Ghobadi ha amenazado con abandonar Irán y realizar sus próximas películas fuera del país si el Gobierno de Ahmadineyad sigue negándole autorización para seguir trabajando, tal y como el propio Ghobadi ha denunciado en una carta abierta en la que explica las continuas restricciones y trabas con las que se está topando.
En su declaración, escrita en unos términos inusualmente duros, también desvela las presiones que sufrió en su última obra -Half Moon- por parte de las autoridades, que le negaron los equipos y material necesarios para el rodaje y que, finalmente, le obligaron a censurar la película.
Según explica el propio director, denuncia ahora estos hechos tras haber comprobado la difusión de una nota emitida por la Oficina de Relaciones Públicas del Departamento de Cine del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, según la cual «debido a las actuales circunstancias y por múltiples motivos no se prevé la realización de trabajo alguno dirigido por Bahman Ghobadi». Dado que en Irán es imposible llevar a cabo ningún proyecto cinematográfico si no está inscrito en el plan de trabajo del citado ministerio, el realizador iraní entiende que dicha nota supone la prohibición de sus actividades dentro de Irán.
«Que yo recuerde», resalta Ghobadi, «es la primera vez desde la Revolución (1979) que, de forma oficial y por escrito, el Departamento de Cine prohíbe el trabajo de un director internacional de cine».
Al parecer, el reconocido cineasta se resistía a creer la medida del Gobierno de Ahmadineyad, pero tuvo que admitirlo al comprobar en el escrito el sello oficial del departamento. Al ponerse su productora en contacto con dicho organismo, sus responsables se negaron a desmentir esta información.
Ghobadi entiende ahora, dice en su escrito colgado en la web oficial de su productora -Mij Film-, los problemas que las autoridades le pusieron mientras estuvo rodando Half Moon, premiada con la Concha de Oro de San Sebastián. Entre otras dificultades, explica que, de forma «no oficial», le pidieron que no hiciera la película en lengua kurda y que, cuando rechazó tal exigencia, no le suministraron los negativos y las cámaras necesarias para seguir trabajando. Después, añade Ghobadi, censuraron determinadas escenas, que aceptó para poder terminar la película. A pesar de ello, la cinta no se puede exhibir libremente en Irán.
Ghobadi se queja de que en el citado Departamento de Cine se le acusa de «separatismo», aunque él ha reafirmado reiteradamente que, siendo kurdo, se siente también iraní y que se opone a que «se desgaje una sola pulgada del territorio de Irán». En este sentido, muestra su sorpresa porque el Gobierno haya realizado una valoración de su película, rodada en kurdo, llamando a una treintena de personalidades, ninguna de las cuales conoce este idioma.
También informa de que, desde hace tres meses, viene solicitando el imprescindible permiso gubernamental para rodar su película, que, en este caso, nada tiene que ver con la problemática del Kurdistán. Hasta el momento no ha tenido respuesta.
Entre las últimas pegas, cita el veto a un actor «de los de antes de la Revolución», a lo que Ghobadi ha contestado que quien decide los actores con los que trabaja es él y no el Gobierno. En su opinión, hay una corriente en la Administración que quiere poner fin al trabajo de los directores de cine que han alcanzado prestigio y reconocimiento internacional; y advierte de que si no obtiene la autorización para su próxima película, se irá a rodarla al país que considere más conveniente.