Compañía Nacional de Bailado
Director Artístico. Mehmet Balkan. / Coreografía: Mehmet Balkan según el original de Petipa. / Música: Piotr I Chaikovsky. / Escenografía y vestuario: António Lagarto./ Luces: Víctor José. / Artistas invitados: Ana Lacerda y Carlos Acosta (día 8), Barbara Hruskova y Carlos Pinillos (día 11). / Escenario: Teatro de Madrid / Fechas: 8 y 11 de febrero.
Calificación: ****
MADRID.- El Ballet Nacional de Portugal nació al tiempo que el difunto nuestro. Hoy está compuesta por sesenta bailarines, de los cuales catorce -nada más ni nada menos- son españoles. Es un comentario al margen.
Además de darnos una grata sorpresa, la CNB ha hecho la prueba del nueve a los que sostienen que España no puede tener un Ballet. Sí es posible adaptar un clásico a las condiciones de una compañía sin tradición y reducirlo a una economía justa sin que pierda su esencia y su atractivo en el camino. Pero claro, hay que querer hacerlo.
La relectura de este lago lo exime de grandilocuencias escénicas, da viveza al elemento mágico y refuerza la lógica del argumento y su intemporalidad. La coreografía, basada en la sencillez y el orden del espacio, resulta llena de detalle en el paso y se modula desde una naturalizada actividad teatral. Hasta el bufón, moscón insoportable cuando se le da este protagonismo, se justifica.
La nervadura especial con que el coreógrafo distingue cada momento, da perfil de carácter al vals de las princesas, diferentes todas, y un aporte de ternura y expresión de movimiento en las apariciones de las doncellas, que el ballet tradicional sólo presenta como cisnes, excepto algunas versiones que las sacan al final. El lamento del tercer acto tiene aquí una mayor intensidad emotiva con esa humanización, que además deja intacto el sentido romántico del ballet.
La escenografía y el vestuario aportan imaginación y calidad, con un perfil elemental, de ilustración infantil: todo se desarrolla en un teatrito de juguete, con paneles traslúcidos y pequeños detalles de decoración, suficientes para situar el lago, gélido y brumoso, o el palacio y con una simple apertura del fondo que logra un dinamismo de acción estupendo, concentrados los dos primeros actos en uno y el tercero y cuarto en otro.
El acierto se completa al reforzar las funciones con primeras figuras invitadas. El cubano Carlos Acosta empezó desganado pero nos regaló un gran final, con la portuguesa Ana Lacerda. El último día, la ausencia de la esperada Alina Cojocaru, estrella del Royal Ballet como Acosta, dejó paso a la francesa Barbora Hruskova, excelente bailarina lírica, de brazos y perfil estilístico ideal. Le acompañó el español Carlos Pinillos, un bailarín completo y noble, que rubricó la elegancia y la limpieza de estas sesiones envidiables en las que destacó también el bufón del valenciano Carlos Labiós, elástico, teatral y con un ballón natural bien aprovechado.