Martes, 13 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6267.
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 MADRID
La realidad de las urgencias hospitalarias
Los máximos responsables de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid analizan por qué se colapsan con frecuencia las urgencias de los hospitales en respuesta a un artículo del consejero de Sanidad, Manuel Lamela, publicado el domingo en EL MUNDO. En su opinión, se debe a una serie de problemas organizativos y funcionales y a otros estructurales.
Marciano Sánchez Bayle y Carmen Ortiz Ibáñez

Desde hace tiempo se multiplican las noticias en los medios de comunicación sobre colapsos de los servicios de urgencias en los hospitales públicos. Esta situación ha suscitado un gran debate social y profesional y ha generado un estado de alarma y preocupación sobre la situación del sistema sanitario. En este contexto, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid publicó un artículo en EL MUNDO en el que minimizaba el problema y eludía su responsabilidad sobre el mismo.

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Sorprende que esto pueda decirse cuando cientos de personas permanecen en urgencias y en los pasillos esperando cama, a veces varios días, sometidas a una situación degradante de falta de intimidad y en condiciones lamentables. Los colapsos en las urgencias tienen múltiples causas, pero se deben esencialmente a tres tipos de problemas (que tienen que ver con la organización, el funcionamiento y la estructura del actual sistema sanitario).

Problemas organizativos y funcionales:

-Las elevadas listas de espera (sobre todo de primera consulta del especialista y de pruebas diagnósticas) que hacen que muchos pacientes, preocupados por el tiempo que deben esperar, acudan a los servicios de urgencias hospitalarios donde saben que se les realizarán las pruebas analíticas y serán vistos por personal especializado, reduciendo así la incertidumbre sobre la gravedad o la importancia de los trastornos que les afectan.

Problemas estructurales:

-Escasa capacidad resolutiva de la Atención Primaria por la falta de profesionales suficientes que determina la masificación y falta de tiempo y las demoras en la cita con el médico general (hasta cinco días).

-Falta de camas hospitalarias. El índice de camas de Madrid era de 3,48 por cada 1.000 habitantes (media de España, 3,58; media de la UE-25, 7,5 ). Pero, además, hay que tener en cuenta que la población, desde entonces, ha continuado con un gran crecimiento y el número de camas no ha crecido igual y que se incluye en el cómputo a los hospitales militares, que no puede utilizar la población civil. El principal determinante del colapso de las urgencias es la falta de camas públicas (tanto de agudos como de crónicos), un problema al que no se ha puesto remedio en Madrid. A ello hay que unir la política de no aprovechamiento del dispositivo dependiente de Defensa (la Comunidad se ha negado a comprar los hospitales del Generalísimo y Guadarrama, que podrían ser excelentes centros de crónicos y ha hecho un convenio reducido con el hospital Gómez Ulla, que está desaprovechado).

El origen de esta situación hay que buscarlo en la política seguida por la Consejería de Sanidad en los últimos años, y que podríamos resumir en:

-Un bajo gasto sanitario público: Madrid es una de las comunidades autónomas con menos gasto sanitario per capita y la que menos dedica a Sanidad en términos relativos (porcentaje sobre el PIB).

-El cierre de camas hospitalarias. En una absurda copia de las políticas de reducción de camas de países con un número elevado de ellas, en Madrid se han reducido las camas hospitalarias mientras aumentaba la población, de manera que se ha llegado a una situación límite.

Por último, esa reducción de camas no se ha complementado con un aumento de los dispositivos de atención domiciliaria y menos aún con un reforzamiento de los medios profesionales y técnicos de la Atención Primaria, por lo que Madrid es la comunidad con un mayor número de habitantes por médico general.

En este contexto, enumerar el crecimiento del número de metros cuadrados dedicados a urgencias es no comprender nada. El problema no es la capacidad de las urgencias hospitalarias sino tanto la ausencia de camas para ingresar a los enfermos como la saturación de la Atención Primaria que hace que los enfermos acudan a los hospitales por problemas que podrían resolverse en el primer nivel asistencial. Y tampoco tiene sentido hablar de los nuevos minihospitales, que van a aportar pocas camas en relación al crecimiento demográfico y que está previsto se complementen con una reducción de camas en los hospitales actuales (ver los planes directores).

¿Qué se puede hacer? Algunas cuestiones son simples y otras complejas, pero habría que avanzar en:

1.- Incrementar el presupuesto sanitario, dedicando al menos el promedio de las demás regiones.

2.- Incrementar a corto y medio plazo el número de camas públicas de agudos y sobre todo de crónicos hasta equipararnos primero a una situación razonable (no menos de cinco por cada 1.000 habitantes). De manera inmediata, cerrar un concierto con Defensa para poder utilizar los tres centros que tiene en Madrid, y abrir las camas hospitalarias para las que hay dotación en los hospitales actuales (unas 500).

3.- Mejora de la Atención Primaria incrementando los médicos y profesionales, reduciendo cupos, mejorando la capacidad diagnóstica y reduciendo la burocracia

Ya sabemos que esto no le gusta al señor Manuel Lamela, pero a nosotros nos gusta menos una gestión incompetente y una notoria imprevisión que hace que las epidemias anuales (y por lo tanto perfectamente previsibles) de gripe colapsen el sistema sanitario, porque nos preocupa la salud de los ciudadanos y no el marketing electoral.

Marciano Sánchez Bayle y Carmen Ortiz Ibáñez son médicos y presidente y vicepresidenta, respectivamente, de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid.

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