Liderados por Andreas Baader y Ulrike Meinhof, desde 1967 hasta 1977 cometieron atentados de pequeña intensidad contra intereses gubernamentales y de EEUU, pero fueron magnificados por los medios de comunicación, que rebautizan al grupo como Baader-Meinhof.

Poco a poco fueron detenidos sus cabecillas y varios de sus activistas, un total de 26. Y la segunda generación, menos preocupada por los debates ideológicos, emprendió ese fatídico 1977 el conocido como otoño alemán: una sangrienta campaña de asesinatos, coronada por el secuestro de un avión de Lufthansa por parte de un comando palestino para presionar al Gobierno en la liberación de los terroristas. Ya lo habían logrado antes, pero en esta ocasión Helmut Schmidt se negó en redondo.

Y si ya en 1976 Meinhof había aparecido ahorcada en su celda, la falta de expectativas por parte de esa primera generación ante el bloqueo del Gobierno federal hizo que varios de los líderes -entre ellos Baader- se suicidaran en sus celdas, algo que durante algún tiempo fue objeto de polémica, ya que la izquierda acusó al Estado de asesinarles impunemente. Poco después aparecía muerto a balazos el presidente de la patronal alemana, el ex nazi Hanns-Martin Schleyer, que había sido secuestrado dos meses antes.

En los años 80, casi sin apoyo real en la calle y con pocos activistas, la RAF centró sus objetivos en las instalaciones de la OTAN en Alemania. La caída del Muro en 1989 les dejó sin su santuario y poco a poco cayeron en manos de las autoridades -Brigitte Mohnhaupt en 1982- y condenados a largas penas de cárcel.

En total, murieron 34 personas en las acciones terroristas de la RAF desde que ésta iniciara sus actividades en 1967. Aunque el último atentado data de 1991, es en 1998 cuando todos los presos de la banda firman su disolución y la renuncia a la lucha armada para obtener fines políticos. En total, 26 miembros de la Baader-Meinhof han muerto, cuatro aún se encuentran en prisión (además de Mohnhaupt, que saldrá de la cárcel con 57 años, Christian Karl, Eva-Sybille Haule y Birgit Hogefeld) y otros 22 han reiniciado sus vidas.

La RAF pretendió en sus orígenes ser un grupo de resistencia al estilo de las guerrillas urbanas latinoamericanas de aquellos momentos, en especial los Tupamaros uruguayos. En su base ideológica, prácticamente abandonada desde 1977, la lucha armada se plantea como un ataque contra el sistema, el capitalismo y el «imperialismo» de Estados Unidos en una contienda internacional de «liberación».