Tras meses de silencio por el fracaso del último intento de frenar los planes nucleares iraníes, los europeos aseguran que el régimen de Mahmud Ahmadineyad tiene ahora ganas de hablar.

Los ministros de Exteriores de los Veintisiete acordaron ayer aplicar las sanciones de la ONU a Irán, afectadas por una discusión entre España y Reino Unido que amenazaba con bloquear todos los embargos. Para el de Corea del Norte, los británicos habían nombrado una autoridad aparte para que Gibraltar controlara las sanciones -un precedente para un futuro reconocimiento de la independencia del Peñón-, pero, al final, cedieron para que el Banco de Inglaterra centralice las competencias. Estados Unidos se impacientaba por la tardanza de la UE en castigar a Irán por no parar su enriquecimiento de uranio con fines oscuros (los iraníes insisten en que su único objetivo es producir electricidad, pero han ocultado información a los inspectores de la ONU).

Pero ahora también vuelve la diplomacia. Javier Solana, jefe de Política Exterior de la Unión Europea y el responsable de la complicada mediación con Irán el año pasado, se encontró de nuevo el domingo con Alí Lariyani, el negociador nuclear iraní, reforzado tras las elecciones municipales frente al más radical presidente Mahmud Ahmadineyad.

«Los dos tuvimos la impresión de que en Irán hay una nueva ambición para volver a la mesa de negociación», explicó el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, quien también charló con Lariyani. El alemán, cuyo país preside este semestre la UE, confió en que en «próximos días» lleguen noticias desde Teherán.

Solana, más realista, dijo que la reunión había sido «positiva», pero que «las posibilidades» de resolución del conflicto «no son inmensas».

Suculentas ayudas

«Irán sabe exactamente lo que debe hacer», dijo Solana en referencia a la suspensión, aunque sea temporal, del enriquecimiento para que europeos, americanos, rusos y chinos se sienten a hablar del suculento paquete de ayudas y financiación nuclear para Irán si deja que su programa nuclear sea controlado por Occidente.

«Veamos si en tres o cuatro meses se puede encontrar un acuerdo», declaró Mohamed El Baradei, director de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), también en Bruselas.

Steinmeier habló de «una propuesta» de los iraníes, aunque Solana recalcó que, de momento, nada ha cambiado.

Según fuentes comunitarias, los iraníes proponen enriquecer sólo al 4%, lo necesario para producir electricidad (para la bomba atómica se necesita una concentración del 90%), o incluso, según otra versión, dejar las centrifugadoras funcionando -las que producen la base para la energía atómica- pero sin uranio.

La definición de qué significa la suspensión del enriquecimiento siempre ha sido un punto de debate incluso entre la comunidad occidental.

«El compromiso de los iraníes de no introducir material en las centrifugadoras mientras siguen funcionando no cumplirá con las demandas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas», comentó Philippe Douste-Blazy, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, que todavía hace esfuerzos por contrarrestar las declaraciones del presidente galo, Jacques Chirac, sobre el dudoso peligro que supone Irán para sus vecinos, ya que cualquier movimiento sería respondido con un aniquilante ataque de Israel.