Martes, 13 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6267.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo (Platón)
Haz Click Aquí
 MUNDO
El Transantiago: el transporte del futuro y el lío del presente
La capital chilena sufre el caótico inicio del mayor proyecto de medio de locomoción público del mundo
RAMY WURGAFT. Corresponsal en Latinoamérica

En muchas de las paradas la espera se hacía interminable y la frustración de los pasajeros se tradujo en insultos, golpes y ataques contra los autobuses. El Transantiago, el mayor proyecto de transporte público que se haya estrenado en el mundo, comenzó con más pena que gloria. Con una inversión cercana a los 3.000 millones de euros, en su mayor parte de capitales privados, y la incorporación de 1.600 buses de última generación, el servicio que comienza a funcionar en Santiago de Chile debería reducir el tiempo que consume el ciudadano en ir y volver de su trabajo.

Publicidad
El resultado, según se pudo comprobar en la jornada de ayer -día laboral- fue a la inversa: la mayoría de la gente, sobre todo los residentes de los barrios populares, se quejaban de haber tardado el doble en llegar a su destino. «Una hora y media esperando sin que aparezca el autobús. Los señores ministros viajan en sus cómodos automóviles. No saben lo que es achicharrarse al sol», protestaba un pasajero ante las cámaras de televisión.

En la primera línea de fuego estaban los 500 monitores, en su mayoría estudiantes, contratados para orientar al usuario en los vericuetos del nuevo sistema. En la hora punta, entre las 8.00 y las 11.00 horas, sólo el 60% de la flota de autobuses que debía operar circulaba por las calles de una ciudad de 4,8 millones de habitantes, de los cuales el 70% depende exclusivamente del transporte colectivo.

En medio del caos destacó la solidaridad de los automovilistas que se ofrecían para trasladar a los desesperados viajeros.

El Transantiago consiste en dos sistemas complementarios. Los buses troncales o de tramo largo transitan sólo por las grandes arterias y conectan en su recorrido las estaciones de metro. Los alimentadores circulan dentro de los barrios y acercan al usuario hasta los ejes principales.

Tarjeta ¡BIP!

En vez de pagar con monedas, el usuario debe comprar una tarjeta, la ¡BIP! (por el sonido que emite al insertarla en el cobrador automático), que permite realizar hasta tres transbordos sin cobro adicional. La tarifa integrada es de 380 pesos (siete céntimos de euro), lo mismo que antes se pagaba por un solo viaje.

El subsecretario de Transporte, Danilo Núñez, pidió a la gente que se armara de paciencia, pues «incluso los proyectos de la NASA padecen imperfecciones que se van corrigiendo en la marcha».

Pero, ante la proliferación de las quejas -la central telefónica recibió 3.000 llamadas- y después de enterarse de que en ciertos recorridos la policía tuvo que poner sus vehículos al servicio del público, el propio Núñez perdió la calma. El subsecretario advirtió a los directivos de las 10 empresas concesionarias que, si no se esmeran, estarán sujetos a multas millonarias por ruptura de contrato. La mismas sanciones podrían caer sobre el Administrador Financiero del Transantiago (AFT), un consorcio formado por cuatro bancos que se encarga de la distribución de las tarjetas BIP! y de la recaudación de los pasajes.

Hasta ayer, no existía certeza de que el sistema informático que controla dichas operaciones vaya a funcionar.

A fin de permitir los ajustes necesarios y evitar las aglomeraciones en los puntos donde se distribuye la tarjeta, el Gobierno dispuso que el servicio sea gratuito en los tres primeros días. Pero Danilo Núñez indicó que hoy «todo debe andar sobre ruedas».

Pese a todo, una parte de los santiaguinos considera que las ventajas del proyecto justifican los dolores del parto. «Para los pobres esto es una bendición. Antes caminaba más de un kilómetro al día por ahorrar unos pesos. Ahora puedo llegar al trabajo más descansado y volver a casa de buen humor», dijo un albañil a Radio Cooperativa.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad