Martes, 13 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6267.
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 OPINION
CANELA FINA
Zapatero volverá a negociar con Eta
LUIS MARIA ANSON

«En cuanto Eta me dé un pretexto, volveré a negociar». Con estas palabras se puede resumir el fondo de la última intervención de Zapatero en el Congreso de los Diputados. Ni la menor sombra de rectificación o de reconocimiento sustancial de errores. El presidente negoció políticamente con Eta antes y después de la tregua. Contrajo compromisos concretos con la banda para que ésta declarara «el alto el fuego permanente» en la primavera pasada. Cumplió después con parte de esos compromisos, desvelados por «Gara», pero, ante la presión de la opinión pública, del PP, de la Justicia y la actitud de Francia, creyó que podía dar largas al resto de los acuerdos como en su día hizo con ERC en el Estatuto de Cataluña. Eta recordó al presidente que no es ERC con el bombazo de Barajas.

Enterrado el presidente bajo los escombros de la terminal 4, las torpezas del PP le han permitido emerger de la catástrofe. El aparato mediático que le apoya se ha lanzado a la más radiante manipulación para enmascarar el fracaso zapateril y llevar a una parte de la opinión pública la idea de que al terrorismo no se le vence por culpa del cerrilismo del PP al negarse a la unidad de los demócratas y a asistir a la manifestación convocada, de hecho, por el Gobierno para el rescate de su presidente malherido. «Una manifestación urdida con el objetivo primordial de descargar la responsabilidad del fracaso de las negociaciones sobre quienes no las aprobaron», ha escrito Juan Manuel de Prada, que cada día está más lúcido, cada vez escribe mejor.

Zapatero, embustero, enmascara, entre la hojarasca de la palabrería inane, su propósito real: volver a negociar con Eta en cuanto sea posible, burlándose de la gigantesca manifestación del 3 de febrero. Es un soberbio instalado sobre el sostenella y no enmendalla. Se considera el bien sin mezcla de mal alguno, el hombre providencial ungido por la fortuna. Desde que en la oposición firmaba el «Pacto por las libertades y contra el terrorismo» mientras negociaba bajo cuerda con la banda, hasta su última intervención en el Congreso, Zapatero no ha hecho otra cosa que mentir a todos, incluso a Eta. Se recrea en el juego de la mentira. Es un ludópata político. Y no hay nada que hacer. Mientras él esté en el poder, España caminará sobre la cuerda floja con riesgo diario de romperse la crisma. Felipe González fue un hombre de Estado. Zapatero, un ultra de la izquierda. Felipe González mantuvo siempre el pacto con el PP -más del 80% de la nación- en cuestiones de Estado. Zapatero es un chisgarabís que ha cambiado de socio constituyente, aliándose para esas mismas cuestiones de Estado con los partidos nacionalistas que quieren fragmentar España.

Rajoy es un gran gestor y un excelente parlamentario. Contundente, lúcido, coherente, eficaz, convincente, su oratoria se estrella contra la oquedad de la palabra presidencial, contra la impermeabilidad de un Zapatero al que los medios de comunicación adictos y los sumisos tertulianos le han dado el balón de oxígeno que necesitaba para desescombrarse de la terminal 4, endosando al PP, con el mayor cinismo, el fracaso de su negociación con Eta.

La campaña electoral está abierta: dentro de tres meses, las municipales; dentro de un año, las nacionales. La disparatada política de Zapatero nos ha devuelto a las dos Españas, a la de los garrotazos del cuadro de Goya; nos ha instalado en la crispación nacional, tras treinta años de tranquilidad institucional en el marco de la Monarquía de todos, la que defendió durante cerca de cuatro décadas Juan III, desde Estoril, contra la dictadura de Franco. Vamos a vivir un año muy duro, cada jornada más tensionado, más hirsuto y agresivo. Al tiempo. De Juana Chaos y la resolución del Supremo es sólo un rejón de muestra.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española

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