F. C
Ni siquiera le importó contradecir al técnico Frank Rijkaard para defender a uno de sus jugadores más queridos. El presidente del Barcelona, Joan Laporta, justificó en la mañana de ayer a Samuel Eto'o después de que el camerunés se hubiera negado a jugar los últimos cinco minutos del encuentro del pasado domingo ante el Racing. Por supuesto que Laporta no tenga ni la más remota idea de que su buen amigo iba a bombardear al equipo tan sólo una hora después.
«No es cierto que se negara a jugar», dijo el presidente del Barça, dando por buenas las excusas que le dio Eto'o en la reunión de la noche del lunes. «Samuel está ansioso por jugar. Pero su lesión necesita un tipo de calentamiento suficiente para que pueda salir al campo. Prefirió ser prudente porque no había tenido tiempo para calentar su rodilla». Todo lo contrario de lo que había dicho Rijkaard ante los medios, o lo transmitido por fuentes del vestuario, que habían revelado que el enfado del camerunés se debía a que esperaba jugar entre 15 y 20 minutos.
«No hay caso Eto'o», decía Laporta a la una de la tarde. Esta vez, su amigo le ha fallado.
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