Miércoles, 14 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6268.
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 DEPORTES
Un jugador pegado a la tristeza
ROBINHO VIVE SU PEOR MOMENTO COMO SUPLENTE EN EL MADRID «CAPELLO NO CONFIA EN MI JUEGO, NO SOY FELIZ» «MIJATOVIC NO ME PIDIO PERDON POR LO QUE SE DIJO DE MI Y EL ALCOHOL»
JESUS ALCAIDE

MADRID.- Se le fue la sonrisa hace tiempo y no la ha recuperado. Robinho vive la cara amarga del fútbol. Experiencias tan duras como estar bajo las órdenes de Fabio Capello y jugar en un Real Madrid en el que el talento y la personalidad están bajo permanente sospecha no le han ayudado a progresar. Llegó al club blanco bajo una nube de elogios y con la aureola de los grandes, con una sonrisa perpetua y una colección de caños, sombreros y regates en su maleta. Muchos siguen guardados todavía, esperando que vuelvan la inspiración y la alegría. Entretanto, todo un internacional brasileño se desespera y lanza con bala. Ayer expuso sus sentimientos sobre Capello y Mijatovic. No va a invitarles a una fiesta. Ni a una simple cerveza.

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«Tengo que ser sincero. Ahora mismo no soy feliz porque no estoy jugando. Yo voy a seguir intentando mostrar mi fútbol para tratar de que el entrenador cambie de opinión pero tengo claro que el técnico no confía en mi juego. Es evidente que él tiene el mando y la confianza de la directiva. Si él sigue aquí y yo permanezco en el banquillo tendré que pensar en lo mejor para mí cuando acabe la temporada. Yo quiero seguir aquí y triunfar, pero así es complicado. Se habla de muchas ofertas, pero directamente no me ha llegado nada», comentó ayer.

Hace apenas año y medio Robinho aterrizó y jugó casi sin tiempo para el descanso en Cádiz. La prensa se rindió a una exhibición de 15 minutos que confirmó las expectativas generadas por sus tres años triunfales en el Santos. El Madrid había encontrado al genio de la lámpara, a un jugador diferente. Ha pasado el tiempo y la lámpara está cerrada. Apenas han podido atisbarse detalles de un jugador con potencial suficiente para aspirar algún día al Balón de Oro. Él mismo dijo hace escasos meses que se veía con capacidad suficiente para ganarlo algún día. Pero en la actualidad, bajo el militarizado mando de Capello, es un suplente al que acusaron desde el interior del club de llegar a algunos entrenamientos oliendo a alcohol.

Pedja Mijatovic, director deportivo del club, no desmintió esas acusaciones en varios programas radiofónicos y desde entonces, Robinho sabe dónde tiene al enemigo. Ayer le dedicó una de sus respuestas: «Es falso que yo llegara así a los entrenamientos. Mijatovic no me ha pedido perdón por lo que se dijo del alcohol. Ni él ni nadie. No me gustó. Quienes me conocen saben cómo soy, que me cuido, que apenas me he lesionado, que estoy siempre a disposición del entrenador. Yo respondo en el campo siempre y cuando me dejen jugar», afirmó con gestos de irritación.

Los números de Robinho y sus suplencias reiteradas no invitan al optimismo. De los 18 partidos ligueros en los que ha intervenido, fue titular en nueve y sólo marcó un gol. Capello le pide que defienda al lateral rival. Y se obsesiona: «A veces uno se cansa de perseguir al contrario y no está fresco cuando debe construir juego», recordó ayer. Sin embargo, hay clubes que le quieren. La Juve y el Milan están pendientes de sus pasos porque confían en lo que puede mostrar una estrella con sólo 23 años que necesita sentirse a gusto y respetado, en un ambiente menos viciado que el que vive el club blanco.

Ronaldo se fue hace poco tiempo. Y Robinho ya no puede descartar seguir sus pasos: «Es el mejor delantero del mundo. No estaba contento porque el entrenador no le quería y no le quedó más remedio que irse. Yo soy más joven y tengo tiempo para aprender y ganarme un puesto». Quizás le baste esperar a que Capello deje de ser entrenador.

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