Ocho peritos se han encerrado durante 15 días, de las 9.00 a las 21.00 horas, para intentar llegar a un informe final donde se recoja cuál fue el material explosivo utilizado por los terroristas para hacer saltar por los aires los trenes de la muerte. Entre ellos no han saltado chispas, pero sí se han producido importantes y sonadas diferencias para llegar al informe pericial preliminar.
El informe de los peritos fue entregado ayer al magistrado Gómez Bermúdez, pero el consenso definitivo no se produjo hasta las 21.30 horas del lunes día 12 y después de discutir durante muchas horas cómo y de qué forma se presentaba. Unos, los peritos oficiales, querían introducir una serie de conceptos genéricos para definir algunos análisis químicos y, los otros, los no oficiales, no pasaron por el aro.
Los peritos de parte mantenían y mantienen que «sólo se pueden reflejar cosas o elementos concretos. Todo lo demás induce a una interpretación que puede ser errónea».
Las diferencias de criterio y de línea de trabajo llevaron a que algún perito, la mayoría de ellos licenciados en Ciencias Químicas, tuviera algún que otro roce y planteara que, si no se hacía como tenía que ser, dejaba el peritaje y denunciaba los hechos.
Las diferencias, en muchas ocasiones, están recogidas en cintas de vídeo. Pues hay que recordar que todo el peritaje y el tiempo que los expertos han estado trabajando codo a codo ha sido grabado por las cámaras de televisión instaladas en las diferentes dependencias policiales.
Otro Gran Hermano
Algunos de los peritos con los que ha hablado EL MUNDO han llegado a establecer un símil entre el programa de telebasura de Gran Hermano, que presenta Mercedes Milá, y los 15 días vividos en el laboratorio: «Cuando había discrepancias o diferencias la gente intentaba evitar las cámaras para que no quedara reflejado lo que se hablaba o trataba. Incluso, algunos se llegaban a olvidar de que había cámaras y otros se dirigían a ellas para que quedara constancia».
«Negligencia» es la palabra más común y la más utilizada por un sector de los peritos cuando se refieren a las pruebas que llevaron a cabo los Tedax en la obtención y análisis de los restos de explosivos.
En las alegaciones finales presentadas por una parte de los peritos en el Informe pericial preliminar entregado al juez se recoge, entre otras cuestiones, que las «muestras fueron lavadas en su día con agua y acetona, según consta en el informe preliminar».
Y los peritos de parte van aún más lejos: «Ello hace suponer que algunos componentes del explosivo -en referencia a las pruebas lavadas con acetona- han desaparecido de las mismas casi en su totalidad, lo que impide hacer un análisis completo».
«Deplorable» es la otra palabra utilizada para calificar el trabajo que llevaron a cabo los Tedax cuando lavaron las pruebas con agua y acetona y no se les ocurrió conservar los restos: «Es deplorable que no se hayan conservado muestras de esta agua de lavado».
Los expertos van aún más lejos al calificar el laboratorio de los Tedax como el de la «señorita Pepis» y el de la Policía Científica como «completo, idóneo y excelente». Entre uno y otro laboratorio sólo hay unos cuantos metros y nadie llega a comprender por qué los Tedax hicieron unos análisis que le correspondía hacer a la Policía Científica.
Todo ese conjunto de «negligencias» incluye que los Tedax, con su jefe, Juan Jesús Sánchez Manzano a la cabeza, se dedicaran a hacer un análisis de «capa fina» a las pruebas que obtuvieron en los focos de las explosiones.
Si lo comparamos, ese análisis es el mismo que puede hacer un Guardia Civil en el aeropuerto de Barajas cuando aprehende una bolsita con producto blanco y fino para confirmar que es cocaína. Los peritos también son de la opinión de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que dirigía y que todavía dirige el coronel Félix Hernando, cometió otra «negligencia» cuando decidieron destruir la muestra de explosivo que en febrero de 2003 les proporcionó Rafá Zouhier.
El confidente marroquí consiguió una muestra de explosivo que intentaban vender Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro, se la entregó a su controlador en la Guardia Civil y el resultado final fue, según Félix Hernando, que «no se efectuó ningún análisis pericial de la misma, únicamente se realizó un estudio visual por persona especialista».
Félix Hernando terminaba su informe sobre la muestra entregada por Zouhier de la siguiente manera: «Dado su mal estado de conservación y escaso valor identificativo, procediéndose posteriormente a su destrucción».
Los peritos consultados por EL MUNDO coinciden en que con aquella muestra hoy podríamos saber si el explosivo utilizado en los trenes de la muerte era, o no, el mismo que un año antes vendieron Toro y Trashorras.