C. REMIREZ DE GANUZA
MADRID.-
A dos días del juicio sobre el 11-M, la masacre que según el dogma ya consolidado en el PP, cambió el signo y el resultado de las elecciones generales de 2004, el presidente del PP se refugió en su frase favorita: «Yo sólo quiero que se sepa la verdad».
Mariano Rajoy no se apartó de los cánones de la corrección política - «quiero expresar mi recuerdo a las víctimas y a los familiares y anticipar mi respeto a los tribunales», empezó por afirmar- ni echó leña al fuego de la confusión, cuando, preguntado por una posible implicación de ETA en el atentado se limitó a contestar: «Yo no lo sé».
No obstante, sí arrojó un pequeño sarmiento a la inagotable hoguera política del 11-M al emplazar la verdad completa sobre el atentado más grave de la Historia de España a un futuro muy posterior al propio juicio que ahora se abre en la Audiencia Nacional.
Rajoy comparó la dificultad de la investigación sobre la autoría intelectual de la masacre con la que siguió al propio atentado cometido en 1981 contra el Papa Juan Pablo II. Inicialmente, según recordó en relación con el turco Alí Agca, «parecía que era sólo una persona quien lo había planeado. «Pero luego se llegó a la conclusión de que había otras personas detrás», añadió, a propósito de los servicios secretos búlgaros. Un ejemplo, éste, con el que el líder del PP dio a entender que seguirá pidiendo que se investigue el 11-M.
Por otra parte, Rajoy despachó con un «lo desconozco absolutamente» la polémica surgida sobre la eventual visita a Guantánamo del Gobierno de Aznar, de la que ayer daba cuenta El País.
Fuentes del PP aseguraron que en la reunión de maitines del lunes se apostó por que el Gobierno rescataría esta semana el viejo tema de Irak para calentar el juicio y desviar la atención sobre sus problemas en torno al proceso con ETA y al Estatut.
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