Carlos García-Calvo
La Organización Empresarial Española de Peletería sigue, por lo que se ve, empeñada en regalar pieles a ciertos diseñadores de la Pasarela Cibeles, para que los incluyan, previa transformación, en sus colecciones. Piensan que el gran público les perderá el miedo al verlas y se lanzará, acto seguido, a comprar chaquetones y abrigos como locos. El resultado, desgraciadamente, suele ser lamentable si cae en manos poco hábiles.
El caso de Elio Berhanyer, el primero en pisar la pasarela ayer, no fue muy trágico ya que se trata de un hombre con buen gusto que se dio a conocer hace medio siglo, en plena década de los 50, cuando toda elegante se preciaba en tener más de una fourrure en su armario. El costurero de Córdoba sabe tratarlas como se merecen, pero en manos de Francis Montesinos o de Devota & Lomba, el visón mas suntuoso acaba pareciendo una rata despinzada matada a escobazos.
D&L sacó a la pasarela ayer una de sus colecciones descabelladas con faldas muy cortas y con mucho vuelo que dejaban el trasero de las modelos casi al aire en muchos casos. Había unos curiosos lazos armados en muchos de sus minivestidos, reminiscencias de los que Lomba hace para las primeras comuniones y de su pasión por la papiroflexia.
Envuelto en un revuelo de noticias que apuntan a que su empresa, supuestamente en crisis, ha sido adquirida por una institución bancaria madrileña, Javier Larrainzar presentó una colección tan descabellada como la de Devota & Lomba, sólo que bastante mejor concebida. El diseñador madrileño ha mezclado alegremente el tweed con esas telas metalizadas espantosas de aire confiteril que están arrasando entre los creadores patrios, para hacer algo que define como británico. Hacía tiempo que no veíamos algo tan feo como la mezcla de tela escocesa con galón dorado que ha realizado Larrainzar. Recordaban a unos trajes de chaqueta chanelinos creados por Victorio & Lucchino en sus comienzos, que parecían destinados a las ecuyères circenses.
Después de las languideces de Ailanto destinadas a señoritas bohemias, llegaron las propuestas de Roberto Torretta, que comparadas con la oferta tan mediocre del día, nos parecieron estupendas. Su colección infinitamente mejor que la anterior era menos sexy que de costumbre y sus masculinos pantalones pitillo, chaquetas, cazadoras abrigos o levitas del negro mas negro, ponibles y comerciales. Encuentro que el diseñador argentino abusa demasiado del cuero, sobre todo uno grabado que imita al cocodrilo. Hacía su aparición en casi todas las salidas y lo empleó también para sus grandes bolsos. Su talón de Aquiles sigue siendo la noche y sus vestidos en pailletes plateadas no fueron muy afortunados.
La paleta empleada por Duyos para su colección, la última del día, era violácea con pinceladas de ocre y rosas empolvados y parecía destinada a una bohemia chic un poco un bag lady.
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