PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO
WASHINGTON.-
El acuerdo con Corea del Norte ha puesto de manifiesto en Estados Unidos la división total entre los realistas -es decir, los que creen que hay que aceptar el mundo tal y como es- y los neoconservadores, para quienes Washington no puede ceder ante los chantajes -nucleares o no- de otro país. Y, menos, cuando ese país es miembro del eje del mal, como definió George W. Bush en 2002 a Irán, Irak, y Corea del Norte. Los primeros se han anotado una más que sonada victoria con el acuerdo. Los segundos sólo han podido ejercer su derecho a quejarse, y a constatar la dramática pérdida de influencia que han sufrido por la Guerra de Irak, que fue, en gran medida, idea suya.
La realista en jefe -aunque también puede ser neoconservadora, según quién mande- Condoleezza Rice no disimuló ayer su cauta satisfacción con el acuerdo, que calificó de un paso «en la dirección adecuada». Su punto de vista quedó avalado por «el que decide», que es como se definió a sí mismo el pasado otoño el presidente, George W. Bush.
En un comunicado emitido por la Casa Blanca, Bush se declaró «complacido» por el pacto. Según el jefe del Estado de EEUU, las negociaciones «representan la mejor oportunidad de afrontar el programa nuclear de Corea del Norte», ya que «reflejan el compromiso común de los partícipes de que la península de Corea esté libre de armas nucleares».
Para Bolton, una «broma»
El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, había explicado poco antes ese punto de vista. Según Snow, este acuerdo es mejor que el que en 1994 alcanzó la Administración Clinton con Pyongyang, en virtud del cual Corea del Norte sólo tendría un programa nuclear con fines pacíficos. La diferencia es que hay más países implicados. «Hay una posibilidad de influencia considerablemente mayor sobre los norcoreanos, debido al hecho de que están involucrados a los chinos, a los surcoreanos, a los japoneses y a los rusos».
Esa actitud en una Administración que, en palabras de su presidente, George W. Bush, no iba «a pedir una tarjeta autorizando» acciones militares contra Irak es dura de digerir para los neoconservadores. El ex embajador de EEUU en la ONU, John Bolton -autor de la celebérrima frase «podrían desparecer 10 pisos de [la sede de] Naciones Unidas y nadie notaría la diferencia»- calificó ayer el acuerdo de «broma».
Bolton contradijo a Bush, al insistir en que las armas nucleares que Corea del Norte ya posee quedan fuera del entendimiento, por lo que éste es «vacío de contenido». La principal revista neoconservadora, The Weekly Standard, saludó el acuerdo con un atronador silencio. En su página web había sitio hasta para un obituario de la modelo Anna Nicole Smith. Pero no para comentar la situación en Corea.
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