El anuncio de Corea del Norte de que está dispuesta a desmantelar su programa nuclear fue recibido ayer con una mezcla de satisfacción y escepticismo. El acuerdo firmado ayer en Pekín compromete a Pyongyang a permitir la entrada de inspectores internacionales, parar la actividad en su reactor de Yongbyon y suspender todas sus actividades nucleares.
El texto de la declaración, basada en una propuesta de China y apoyada por Japón, Corea del Sur, Rusia y EEUU, establece que la renuncia de las ambiciones nucleares del régimen estalinista será premiada con ayuda energética alternativa, principalmente petróleo.
Los participantes en las negociaciones a seis bandas crearán cinco grupos de trabajo para verificar la implementación y establecer los detalles de lo que aún podría ser un largo proceso lleno de obstáculos.
Una de las claves de la solución alcanzada en la capital china ha sido la aceptación por parte de Estados Unidos de sacar a Corea del Norte de la lista de países del eje del mal en la que George W. Bush incluyó también a Irán e Irak poco después de llegar a la Casa Blanca. «Estados Unidos iniciará el proceso para eliminar la calificación de Corea del Norte como un Estado patrocinador del terrorismo y avanzará el proceso para finalizar la solicitud del Acta de Comercio con el Enemigo respecto a Corea del Norte», señala el comunicado.
De esta forma, el dictador norcoreano, Kim Jong Il, consigue gran parte de los objetivos que se había propuesto en 2004 y que Bush se negó a aceptar entonces como parte de su política de mano dura con el régimen comunista. Las concesiones estadounidenses han recibido ya las primeras críticas de los defensores de apostar por la presión política e incluso militar sobre Corea del Norte. «El acuerdo envía el mensaje erróneo de que, si aguantas lo suficiente, al final serás recompensado», decía el ex embajador estadounidense en Naciones Unidas John Bolton.
Inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) verificarán en 60 días la paralización de las actividades en Yongbyon, el reactor situado a 100 kilómetros al norte de Pyongyang. Una primera ayuda energética de 50.000 toneladas de petróleo será entregada a Corea del Norte, cantidad a la que se sumarán otras 950.000 toneladas una vez el reactor haya quedado inutilizado de «manera irreversible», según el comunicado emitido ayer por las partes. EEUU y Japón se comprometen, además, a iniciar pasos para mejorar las relaciones con su tradicional enemigo asiático dentro de un proceso de reconciliación que, en el caso de Washington, debería finalizar en el establecimiento de relaciones diplomáticas formales.
El acuerdo deja, sin embargo, numerosas preguntas sin respuesta. Corea del Norte ya congeló en 1994 su programa de enriquecimiento de plutonio después de alcanzar con EEUU un acuerdo muy similar al firmado ayer y que también establecía que el reactor de Yongbyon pasaba a estar bajo control de los inspectores internacionales.
Kim Jong Il, sin embargo, dio orden de desarrollar de forma paralela y secreta otro programa, en este caso basado en uranio. El descubrimiento de ese segundo frente nuclear inició una nueva disputa diplomática y llevó a Washington a apostar por el aislamiento diplomático y las sanciones. Aunque el nuevo acuerdo concreta que los norcoreanos deben suspender «todos» sus programas nucleares, la mayoría de los expertos coinciden en que Pyongyang dispone de instalaciones alternativas a Yongbyon que podrían quedar al margen de las inspecciones.
La principal diferencia entre la situación de los años 90 y la actual es que Corea del Norte ha demostrado tener ya armas nucleares después de haber llevado a cabo su primer ensayo hace cuatro meses. La declaración de Pekín no hace mención del futuro de las entre seis y ocho bombas que Pyongyang podría tener en su poder. Estados Unidos trató de responder ayer a quienes ven en el acuerdo un triunfo norcoreano al asegurar que se trata sólo de un primer paso dentro de un plan que debería concluir con un desarme nuclear completo por parte de Pyongyang.
EL ACUERDO
Compromisos. Corea del Norte debe permitir la entrada de inspectores internacionales, parar la actividad en su reactor de Yongbyon y suspender todas sus actividades nucleares.
Recompensas. Pyongyang será premiado con ayuda energética alternativa, principalmente petróleo. Una primera ayuda energética de 50.000 toneladas de petróleo llegará próximamente a manos de Kim Jong Il.
Verificaciones. Inspectores del OIEA comprobarán en 60 días la paralización de las actividades en Yongbyon y se crearán cinco grupos de trabajo para vigilar.
