Han roto ya unas cuantas veces, se han distanciado algunos meses y se han intercambiado duras palabras, pero nunca han sido capaces de olvidarse. Ahora, Bruselas y Teherán quieren volver a intentarlo.
«Los problemas con Irán no se resolverán sólo con sanciones económicas: se necesitan negociaciones. La cuestión es cómo podemos volver a las negociaciones», dijo ayer un alto funcionario de la UE para explicar un documento interno sobre la crisis nuclear iraní, que asegura que el embargo de tecnología y otros castigos, como el límite de transacciones financieras o de los viajes de gobernantes, no pararán la carrera nuclear iraní.
«Irán ha mostrado en el pasado una gran resistencia a las presiones exteriores, por ejemplo, durante la guerra entre Irán e Irak. El Gobierno podría reforzar el nacionalismo o justificar así la crisis económica», dice un análisis de la Secretaría del Consejo de la UE, que representa Javier Solana.
«Las negociaciones hasta ahora no han tenido éxito, pero sólo hasta ahora... las perspectivas en el corto plazo no parecen particularmente buenas, pero yo subrayaría que el corto plazo, a veces, puede ser muy corto», comentó el responsable comunitario para desmentir la información publicada ayer por el Financial Times, que escribe que el papel europeo, al subrayar la ineficacia de las sanciones, podría ser utilizado por los partidarios de bombardear el país.
Pero nada parece más lejos de las intenciones de europeos e iraníes, que, por primera vez desde su ruptura más firme en octubre, tratan de retomar las charlas para que el régimen de Ahmadineyad acepte el control de su programa nuclear a cambio de la financiación y las ayudas de EEUU, la UE, Rusia y China.
Los diplomáticos europeos comentaban entre la envidia y la esperanza el reinicio de las negociaciones de desarme con Corea del Norte, en apariencia más difíciles -por el avance del programa coreano y el aislamiento internacional del país- que las conversaciones con Irán.
De camino a Nueva York, Solana se congratuló de las «buenas noticias» y felicitó a China como «anfitrión» y «mediador» por su «éxito en asegurar este acuerdo».
Algo similar para Irán le gustaría al responsable de la diplomacia europea, quien medió el año pasado en nombre de la comunidad internacional frente a los iraníes y ahora ha restablecido el contacto con el portavoz nuclear de Teherán, Ali Lariyani. Tras su encuentro en Munich el domingo, tanto él como Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores alemán, comentaron con cierto optimismo las posibilidades de retomar las charlas para lograr que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio (la base para producir electricidad, si la concentración se hace al 3 ó 4%, o la bomba atómica, al 90%).
Sin embargo, la UE no está unida sobre la conveniencia de retomar las conversaciones. Según fuentes comunitarias, altos cargos británicos filtraron el documento sobre Irán con la intención de lanzar un mensaje negativo contra las negociaciones justo cuando los ministros de Exteriores se mostraban algo ilusionados sobre nuevas opciones con Lariyani y los suyos.
El documento europeo reconoce que las sanciones no detendrán el programa nuclear iraní y su lentitud sólo se debe a la rudimentaria tecnología y a los fallos de sus centrifugadoras. «Pero no estamos diciendo que las sanciones no van a funcionar y que, por eso, consideramos operaciones militares», explicó un responsable del texto.
La preocupación en Bruselas, a la espera de una llamada de Lariyani con alguna propuesta, es si EEUU seguirá queriendo negociar tras el gesto histórico de Condi Rice, que ofreció sin éxito, el verano pasado, contactos diplomáticos con Teherán después de 28 años de embargo. La Administración Bush presiona a la UE por su tardanza en aplicar las sanciones, pero la secretaria de Estado volvió a hacer ayer un guiño hacia el diálogo por el acuerdo con Corea del Norte: «¿Por qué no puede ser un mensaje a Irán de que la comunidad internacional puede unir fuerzas...y que la diplomacia fuerte logra resultados?», dijo en rueda de prensa.