MIGUEL PANADÉS
CSKA MOSCU 81
DKV JOVENTUT 69
SPORTS HALL. 3.500 ESPECTADORES.
Holden (8) Langdon (13) Kurbanov (3) Smodis (24) Savrasenko (2) Papaloukas (11) Andersen (9) Torres (7) Ponkrashov (2) Van de Spiegel (2)
Bennett (-) Rudy (20) Sullivan (9) Gaines (8) Archibald (11) Vázquez (-) Barton (14) Laviña (-) Flis (-) Ricky Rubio (5) Betts (2) Huertas (-)
Arbitro: Pisilkas (GRE), Doza (CRO) y Sahin (TUR)Descalificados: No hubo.
El DKV Joventut solo le aguantó dos cuartos al campeón. Tras una primera parte excelente (45-45) se fundió tras el descanso encajando un doloroso parcial de 20-6 en el tercer cuarto fruto de una sola canasta en juego (un triple) y tres tiros libres.Nadie como Messina es capaz de leer los partidos en los descansos.Suele ser habitual ver como los rivales del CSKA de Moscú se les hace de noche al volver del vestuario producto de las soluciones tácticas defensivas que propone el técnico italiano. Por eso su historial plagado de títulos y por eso su destino como primer europeo en dirigir un equipo NBA. Con el partido resuelto, el grupo de Aíto tuvo la virtud de maquillar el resultado (81-69) pero la sensación general fue que la distancia entre ambos conjuntos es excesiva.
El inicio fue igualado, con un CSKA de Moscú mostrando su solvencia y su indiscutible calidad, y un DKV Joventut dando réplica en los primeros veinte minutos, exprimiendo sus recursos al máximo.El rostro de Messina delatando esa angustia escondida de los entrenadores cuando nadie duda de la victoria de sus equipos mientras Aíto, en el otro banquillo, alternando tragos de agua con miradas al reloj, no tanto para ver la hora, sino para parar ese cronómetro que luego entrega a sus ayudantes para realizar el análisis del partido.
En la pista, Rudy Fernández, anotó 15 puntos en los dos primeros cuartos y debió convencer al general manager de los Raptors de que ha llegado su momento. Junto a Ricky Rubio, volvió a dormar esa joven sociedad que asombra Europa y ya también Estados Unidos.Rubio mostró su talento delante de las estrellas rivales y lo hizo con su habitual naturalidad.
Un baloncesto completo el de la Penya, basado en la actividad defensiva y en la velocidad en la transición ofensiva. Aprovechando la rapidez de sus interiores, más pequeños en el caso de Gaines, pero más dinámicos también que sus adversarios. Una dinámica adecuada que les permitía coger diferencias en el primer cuarto y recortarlas al final de segundo, marchándose al descanso con empate de 45 gracias a un triple de Barton coincidiendo con la bocina.
Pero tras el descanso la otra cara de la moneda y cambio radical de imagen de una Penya que, además del partido, perdía a Barton con una fea lesión en un hombro. Aíto había avisado en la previa.«Para ganar en Moscú ellos deberían estar dormidos», algo imposible con Messina como dueño del banquillo y Papaloukas de la pista.
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