Una especie de calamar gigante utiliza una herramienta desconocida hasta ahora para capturar a sus presas. Uno de estos ejemplares, de la especie Taningia danae, ha podido ser filmado por primera vez en las profundidades marinas cercanas a las islas Chichijima en el Pacífico Norte, en las que se observa cómo se acerca a un cebo, dispara luces desde sus órganos luminiscentes, rodea a la presa y termina alejándose sin capturarla.
Esta especie de calamar gigante, el más pequeño de las familias de los grandes cefalópodos -sobre los que se ha construido una leyenda-, no llega a superar los dos metros de longitud. A diferencia de sus parientes, no tiene los dos largos tentáculos que les sirven para capturar presas y como órganos reproductores. Sin embargo, a lo largo de sus ocho tentáculos posee los órganos luminosos más potentes que se conocen en el reino animal.
La actividad de estas enormes células llamadas fotósforos ha sido captada -y registrada- a una profundidad superior a 240 metros en el océano Pacífico en las pasadas semanas, por un equipo científico dirigido por el profesor Tsunemi Kubodera, del Museo Nacional de Ciencia en Tokio.
Las imágenes muestran cómo los ataques feroces de estos animales fueron acompañados por fuertes descargas de luz y rápidos movimientos envolventes en torno a la presa. «Nadie había visto hasta ahora ese comportamiento luminiscente en el calamar gigante de alta mar», declaró el experto a la BBC.
Pulsos de luz repetitivos
La película muestra los pulsos de luz intensos que emite el calamar desde sus tentáculos, bien visibles a esa profundidad donde la oscuridad es absoluta. «La luz desorienta a la presa, colapsando sus defensas», agregó el científico, quien no descarta que los flashazos también tengan la misión de medir la distancia e iluminar la escena de caza.
Una investigación posterior ha descubierto que esos potentes órganos luminiscentes pueden formar también parte de la vida social del calamar para comunicarse con sus semejantes o utilizarlos en las fases de cortejo.
Para ello, se unieron pequeñas linternas al aparejo que contenía la cámara y un cebo. Los calamares cambiaron el disparo de flashes repetitivos, por emisiones de luz largas y cortas. Tras este comportamiento los investigadores creen que con las linternas han simulado accidentalmente la acción de otros congéneres, por lo que cambió el comportamiento agresivo que comporta la caza.
Vivo en un acuario
Un pequeño ejemplar de Taningia danae, de 60 centímetros que fue capturado con vida el año pasado en los alrededores de las islas Hawai, fue introducido en un acuario del buque oceanográfico y sometido a observación y registro de sus actividades.
En esa oportunidad fue la primera vez que se observaron los fotósforos en plena actividad estimulando al calamar con linternas, a lo que el animal respondió iluminando sus órganos luminiscentes con distintas frecuencias. Tal ensayo podría confirmar la teoría de que también utiliza esos órganos luminosos de potente luz amarilla para relacionarse y aparearse.
El primer calamar gigante conocido de esta especie fue capturado en aguas de las islas de Cabo Verde por un barco danés. A bordo viajaba el biólogo marino de esa nacionalidad Aage Vedel Taning, quien lo describió para la ciencia y le puso de nombre su propio apellido.
Esta familia de cefalópodos pese a ser grandes no llegan a alcanzar las dimensiones de los de la familia de Architeuthidae, cuyas hembras pueden medir hasta 13 metros de longitud. Incluso hay otra especie de calamar aún más gigante, el Mesonychoteuthis hamiltoni, que puede alcanza los 15 metros.
Sobre esta especie se ha forjado la leyenda de Kraken, un gigantesco calamar capaz de defenderse de un cachalote evitando ser devorado por éste, y hundir un barco de madera al que destroza abrazándole con sus tentáculos. Más mito que realidad, las productoras de naturaleza persiguen hace años una imagen de este gigante de las profundidades.