Un congreso en el que se tenía que haber hablado de las raíces, situación y posibles soluciones estructurales del sector audiovisual -no sólo cinematográfico, sino también televisivo- y que acabó convertido en un ejercicio de onanismo y victimismo de tal calibre que no hubo el más mínimo resquicio para la autocrítica, siempre saludable y hasta eficaz en estos casos. Pero no. Si éste es el espíritu y la vocación de cara al Congreso del Cine Español, cuya idea fue lanzada ayer mismo por el director José Luis García Sánchez, no hace falta el viaje.

Las jornadas de Córdoba, cuyo desarrollo quedó tocado desde el principio por la irrupción por sorpresa del anteproyecto de Ley del Cine de manos de Carmen Calvo, supone una ocasión perdida. Que en una cita de estas características, y en medio de los debates sobre el nuevo marco legal que ha de paliar el mal estado del sector, se escuchen cosas como las que se escucharon ayer, augura nuevos malos tiempos para el cine español.

El director y guionista José Luis Cuerda, que actuaba de moderador en la mesa redonda ¿Un nuevo escenario para el cine español?, arrancó su intervención diciendo que esperaba que no hubiera en la sala «ningún americano ni ninguno del PP, porque se creen que somos todos tontos». Luego fustigó a los medios de comunicación, responsables, según él, de «crear los públicos que les interesa». El director de La lengua de las mariposas dijo que el futuro del cine español era «una puta mierda».

El director general de Cine, Fernando Lara, acusó a «un medio de comunicación» -éste, en concreto- de mentir en sus titulares de anteayer, cuando informó de que, con el nuevo anteproyecto de ley, no sería posible para las productoras ligadas a cadenas de televisión sacar adelante películas como Alatriste o El laberinto del fauno.

En realidad, con el texto en la mano, queda claro que ninguna de esas productoras podrán aspirar a las ayudas públicas si no coproducen sus películas con «productoras independientes», no pudiendo en ningún caso aspirar a invertir más del 60% del capital. Tampoco figura en el anteproyecto la vieja posibilidad legal de que esas productoras puedan producir al 100% una de cada cuatro películas, como prácticamente ocurrió con Alatriste, donde Tele 5 invirtió más del 90% del dinero, en coproducción con Antonio Cardenal.

El periodista, guionista y escritor Manuel Hidalgo acusó a los medios de comunicación de la mala imagen y de los malos resultados del cine español. «La crítica ha desaparecido de las páginas de los diarios y los directores de periódico de última hornada», dijo, «son unos analfabetos, les falta sustrato cultural, no como a los de antes, y sólo consideran el cine como ocio de fin de semana. El 95% del columnismo es enemigo del cine español. Y la situación del periodismo español sobre cine es la peor en los últimos 30 años, porque es un periodismo vicario que lo único que hace es anticipar el éxito de ciertas películas, normalmente las de siempre, las del cine americano».

El director y guionista José Luis García Sánchez propuso que desde el Ministerio de Cultura se exigiera al presidente Zapatero y a la Familia Real que «vayan a ver cine español, porque al presidente no le vemos nunca».

Al término de la última sesión, celebrada ayer, un asistente pidió la voz y lanzó desde el patio de butacas del Palacio de Congresos de Córdoba: «Vale, hemos dicho hoy que la culpa de lo que le pasa al cine español es de las televisiones, de la Administración, que se esfuerza, pero no llega, de la prensa, de Aznar y de Jiménez Losantos, pero nadie ha dicho que a lo mejor no estamos haciendo un cine tan bueno... La autocrítica no ha existido».

En sus conclusiones oficiales, el Congreso apoyó «la iniciativa del Gobierno de aprobar una Ley del Cine ambiciosa», aunque el presidente de la Fundación Autor, Manuel Gutiérrez Aragón, lanzó al aire la pregunta del día: «¿Ha bendecido el Ministerio de Industria esas nuevas relaciones entre el cine y las televisiones que recoge la ley... Hay cohesión y coherencia en el seno del Gobierno acerca de esta ley?».