RAUL REY SAINZ DE ROZAS
Bernanke muestra una cara distinta a la de su antecesor, al menos en lo que a su discurso se refiere. Ayer habló y, al contrario de lo que solía suceder cada vez que últimamente lo hacía Greanspan, el mercado estadounidense recibió de buen grado sus palabras. Así, los principales indicadores sufrieron gustosos un empujón hacia arriba, en línea con el trayecto hacia las alturas de los últimos tiempos. Probablemente, al margen de las razones de fondo del presidente de la Fed, están las de forma, esto es, las de enunciar una tesis acorde con el gusto estético de una mayoría demócrata en el Congreso, especialmente en lo que se refiere a cuestiones relativas al parón del sector inmobiliario, sector que es uno de los motores de la economía de la UE y que, de manera inevitable, se ha visto afectado por el reciente incremento de los tipos a largo.
Con un PIB expansivo, la economía de los EEUU se viene apoyando básicamente en el comercio y en el consumo interno, amparado éste en una acusada caída de los precios energéticos así como en la proliferación del empleo y del gasto doméstico. Todo esto acompañado de una menor presión inflacionista, hace concluir que el crecimiento de la principal economía del mundo durante este año debería ser inferior a sus posibilidades reales.
En este contexto, Bernanke hace bien en transmitir un cierto optimismo y poner buena cara. Las peroratas circunspectas difundidas en las apariciones públicas de su antecesor resultan ya historia. Al menos, al mercado parece gustarle más un mismo mensaje contado de una manera y no de otra. El tiempo dirá si verdaderamente el estilo se justifica.
Raúl Rey Sainz de Rozas es consultor financiero.
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