Jueves, 15 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6269.
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No hay verdad que no haya sido perseguida al nacer (Voltaire)
 ESPAÑA
ALFONSO GUEVARA
El abominable hombre de las ocho
C. REMIREZ DE GANUZA

MADRID.- No hay quien madrugue en la Audiencia Nacional al abominable hombre de las 8.00 horas. El viejo título con el que años atrás quedó retratado Manuel Fraga sirve hoy para presentar a un juez como Alfonso Guevara, quien, además de su manía por llegar el primero al trabajo, comparte con el anciano político y profesor la posesión de una rara autoridad.

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El presidente de la Sección Tercera y miembro del tribunal que juzgará el 11-M nunca ha arrancado los cables de un teléfono impertinente, pero sí ha callado la boca y ordenado reducir, ante las cámaras de televisión, a los etarras más agresivos, como Txapote o Iñaki Bilbao.

Sus arranques en los juicios más complicados, que le han dado a conocer como hombre de carácter en los telediarios, no han desmentido, en todo caso, una personalidad laboriosa y reservada, acorde con un físico menudo, enjuto, y un trato afable en el regate corto. Su autoridad, además, tiene más que ver con una experiencia de gobierno en las salas de Justicia que le llevó, semanas atrás, a liderar la convocatoria de un pleno que impidió la excarcelación de De Juana.

Independiente hasta el alarde, sentó a Botín en el banquillo y ordenó a la Audiencia investigar el Yak 42 pese a optar a la presidencia de la Sala de lo Penal con un Consejo de mayoría popular.

Su padre, que condenó a Rafi Escobedo por el asesinato de los marqueses de Urquijo pocos años antes de que el hijo acabara por condenar al encubridor, Mauricio López Roberts, acariciaba la idea de tener a un notario en casa, pero fue el último en enterarse de que su vástago preparaba judicaturas.

Claro que el actual presidente de la Sección Tercera ha renunciado a su vez a dar consejos a sus tres hijas de 19, 17 y 13 años, la mayor de las cuales ha optado por la medicina. La familia -junto a algunos amigos, entre los que se encuentra el juez Carlos Ollero, padrino de una de sus niñas- parece ser su punto débil. Pero no puede quejarse de no tenerlos cerca. Pilar Agudo, su mujer -que se trasladó a la Nacional cinco meses después que él, en 2002-, será la oficial que prestará servicio al tribunal del 11-M.

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