Provisto de una chapela, enjuto como un ciclista y ataviado con una ikurriña, Philippe Bidart abandonó ayer a las 7.00 horas de la cárcel de máxima seguridad de Clairvaux (norte de Francia) después de haber expiado 19 años de prisión por el asesinato de dos policías y un gendarme.
El fundador del ya disuelto grupo terrorista vascofrancés Iparretarrak (IK) permanecerá bajo vigilancia judicial hasta 2014, pero ha conseguido eludir los barrotes en razón del periodo ya expiado, la buena conducta y el «firme compromiso» de una plena reinserción social.
Pueden ser ciertos los propósitos de reinserción, aunque la salida de la cárcel de Clairvaux se convirtió ayer en un mitin político incendiario: «La alegría de una jornada como ésta no puede ser completa porque el Estado francés no reconoce la independencia del País Vasco. Hay 600 presos políticos en Francia y España, incluso De Juana Chaos sigue en huelga de hambre y en prisión. Es preciso que el País Vasco pueda vivir», proclamó Bidart en perfecto euskera.
El arreón verbal no le ha gustado nada al Ministerio de Justicia francés. Su titular, Pascal Clement, estudia emprender acciones legales contra Bidart porque no ha pedido disculpas a las familias de las víctimas y, en cambio, sí ha realizado «declaraciones muy chocantes» sobre la causa independentista.
La Fiscalía había recurrido en casación la excarcelación del líder de Iparretarrak, aunque el Tribunal de Apelación lo había justificado el pasado 1 de febrero de acuerdo con unas condiciones «objetivas» que obligan a Bidart a rehabilitarse en la localidad meridional de Béziers y que le impiden acercarse a su pueblo natal, Baigorri, en el País Vasco francés. Además, deberá realizar un trabajo con regularidad y responsabilizarse de indemnizar a los familiares de las víctimas.
Lo esperan, de momento, cuatro años del llamado periodo de seguridad. En caso de respetarlos a gusto de las autoridades judiciales francesas, Patxi, apelativo familiar del terrorista, obtendría la libertad condicional y podría desligarse de la justicia en el plazo de siete años.
Philippe Bidart había fundado Iparretarrak en 1973 y fue arrestado en 1988 en el sur de Francia. Llevaba entonces seis años en la clandestinidad acusado de haber asesinado a dos policías (1982) y de haber participado en un tiroteo donde perdió la vida un gendarme francés (1983).
La gravedad del triple homicidio y las aspiraciones independentistas de Bidart explican que la noticia de su liberación haya producido una cierta polémica en Francia. Algunos diputados del partido gubernamental (UMP) han preguntado al ministro de Justicia si la excarcelación se atiene a todos los requisitos y garantías.
«Queremos saber si existe constancia de que el señor Bidart haya pedido excusas a las víctimas de los funcionarios de Policía y del gendarme. También nos interesa saber si su situación bajo control judicial en Béziers va a impedirle reemprender sus actividades en calidad de jefe de un movimiento que había reivindicado una treintena de atentados», señalaba el diputado Alain Marsaud en la interpelación parlamentaria.
Dudas y sospechas que se añaden a las que ha expuesto el líder ultraderechista Philippe de Villiers, quien ayer consideraba intolerable devolver el privilegio de la calle a un «sujeto sumamente peligroso».
Bidart había sido condenado originalmente a cadena perpetua por la muerte de los dos policías. Incluso le habían endosado otros 20 años de prisión por su participación en el tiroteo donde murió el gendarme. Fue una sentencia emitida en 2000. Siete años después, el fundador de Iparretarrak milita en el partido independentista vascofrancés y va a convertirse en el protagonista de un homenaje organizado el sábado. Patxi anticipó ayer un pasaje de su discurso: «No puedo ser feliz cuando todavía hay en la cárcel 600 presos políticos vascos entre España y Francia».