En el local, un poco frío y ahora algo desangelado por estar en pleno proceso de cambio de mobiliario, se respira ambiente de lucha. Quizá por esas pegatinas que adornan los armarios donde se grita contra la guerra, la precariedad laboral, la injusticia... Un par de mesas, sillas de diferentes familias y algunos cuadros, entre ellos el Guernica, pintan el local «alquilado» de la Asociación de Vecinos de Aluche (AVA), una de las históricas de la batalla madrileña a pie de calle. Ya son 32 años en la trinchera. Treinta en democracia, dos en la clandestinidad.
«Los años más interesantes fueron entre 1974 y 1976», explica Julián Rebollo, 66 años y uno de los fundadores del colectivo. Llegó al barrio cuando el arroyo Luche ocupaba el actual parque de Aluche, cuando las calles apenas estaban asfaltadas... Han cambiado muchas cosas, pero otras se resisten. «Seguimos sin tener una atención sanitaria de calidad. No hay un ambulatorio en condiciones». De hecho su eslogan estrella va por ahí: 'Ayer la libertad, hoy el hospital'. «Queremos que hagan un hospital en los terrenos de la cárcel. Aún hoy, nos tenemos que ir hasta el Clínico».
Junto a Julián, en la mesa, se sientan Santiago Donoso, Emilio Díaz y Antonio Millán. Trabajador de Renfe, carpintero y delineante jubilados, respectivamente, y miembros de la asociación del barrio desde sus inicios. «En 1974, tras hacer una asamblea y redactar unas reivindicaciones, intentamos registrarnos como colectivo. No nos dejaron». Les dio igual. «La primera manifestación la hicimos para pedir un instituto». Corría el año 1975.
«Otro problema que teníamos era el agua. No tenía presión». Tampoco el teléfono marchaba demasiado bien. «Había operadoras y estábamos todo el día de broncas con ellas», cuenta Antonio, de quien dependió, en buena medida, la batalla deportiva. «Aquí no teníamos ni un campo de fútbol, ni una cancha...Nada de nada». Aunque en la mente de estos rebeldes con causa ha habido una obsesión constante: la cultura.
Siempre han pensado que Aluche no debía ser un barrio dormitorio. «Queríamos que tuviera vida». Dieron guerra hasta conseguir un espacio cultural. «Sin centro cultural, no éramos nada», afirma Julián. De que Aluche celebrara fiestas y Carnaval también se encargaron en el local de la calle de Quero. «Ahora son un referente dentro del distrito de Latina». También en esto se encontraron de frente con la oposición franquista.
Muchas causas
Paso a paso, en estas tres décadas, se han sumado a muchas causas. Unas dentro del barrio, otras fuera. «Estuvimos con la gente de Sintel, por ejemplo», asegura Santiago, que en su día fue presidente del colectivo. Confían en el trabajo que realizan y, aunque reconocen que, durante un tiempo, «el movimiento vecinal ha estado algo dormido», creen que todavía hoy puede aportar mucho.
«Estos colectivos son necesarios para solventar multitud de problemas». Se ven cercanos a la gente y dicen que son los que conocen los problemas de primera mano. «El Ayuntamiento y la Comunidad, en particular los de Madrid, se han burocratizado tanto que ya no actúan como interlocutores con la gente», se queja Julián. Presumen de independencia y no se casan con nadie. «Nunca hemos estado subvencionados», dice Antonio. «Al principio, había hasta gente del Opus Dei», añade Emilio. «No nos hemos aprovechado de ningún partido político».
Ni cuando iban a la cárcel a realizar actividades con los presos, ni cuando reclaman que les quiten las líneas de alta tensión que cruzan el barrio. Con todos sus momentos, los buenos y los no tan buenos, como los dos atentados que sacudieron el barrio, han organizado una exposición que ahora recorre institutos y centros culturales de la zona. «Nos han prestado las fotos», comenta Emilio.
Durante la conversación, entra gente al local. Unos para pedir información, otros para apuntarse. Hoy trabajan activamente en el colectivo unas 40 personas; los socios superan los mil. Hay mayores, pero también cuentan «cada vez más» con jóvenes en sus filas. «La directiva actual la componen vecinos de entre 25 y 35 años». Y los inmigrantes también se han sumado. «Representan el 14% de los vecinos del barrio».