RAMY WURGAFT. Corresponsal en Latinoamérica
La visita de Alberto Van Klaveren a Lima transcurría en un ambiente relajado hasta que sucedió lo de siempre: uno de los anfitriones trajo a colación el controvertido tema de los límites marítimos entre Chile y Perú. Mientras que el viceministro chileno de Relaciones Exteriores declaraba el martes que la demarcación de las aguas territoriales es «un asunto superado», la diplomacia peruana, con el presidente Alan García a la cabeza, sostenía exactamente lo contrario: que las relaciones entre ambos países no entrarán en un cauce normal en tanto los vecinos del sur insistan en barrer el viejo pleito bajo la alfombra.
Como para dar mayor relieve a las diferencias, poco antes de que Van Klaveren emprendiera el viaje de regreso, la Armada chilena interceptó a cinco barcos pesqueros con matrícula peruana, por la supuesta invasión de sus aguas territoriales. Los tripulantes recuperaron la libertad después de pagar una multa de 210.000 pesos chilenos (unos 450 euros).
Haciéndose eco de la protestas que llegan a la prensa cada vez que se producen -con alarmante frecuencia- incidentes de esta naturaleza, Alan García dijo: «La cuestión marítima figura como una de las máximas prioridades del Gobierno... Estoy convencido de que nuestros vecinos entienden lo que significa el mar para un pueblo que se alimenta de sus frutos».
La disputa, que tiene sus orígenes en la Guerra del Pacífico (1987) concierne a un triángulo de 38.000 kilómetros cuadrados, rico en fauna marítima. La última crisis en torno a esa parte de la plataforma continental del Océano Pacífico estalló a mediados del 2005, cuando el entonces presidente, Alejandro Toledo, promulgó una ley mediante la cual Perú se autoadjudicaba la soberanía de las aguas en disputa. El Gobierno chileno calificó esa medida como un acto de hostilidad y congeló, a su vez, las negociaciones que mantenía con Lima para alcanzar un tratado de libre comercio.
Ultimamente, las relaciones bilaterales venían experimentando una notable mejoría, hasta que el diario chileno El Mercurio publicó que Alan García habría llegado a un acuerdo con el ex presidente Alberto Fujimori, a quien la Justicia peruana imputa delitos de corrupción, para que dejara sin efecto su extradición. Casualmente o no, tras esa publicación, que García calificó de «falsa y absurda», el pleito sobre la demarcación de la frontera marítima resucitó, poniendo otra vez una nota agria en las relaciones de ambos países.
Según El Mercurio, el acuerdo contempla el respaldo del partido de Fujimori al Gobierno de García, a cambio de que el mandatario peruano convenza a Chile para que se trunque la extradición. Fujimori, que gobernó Perú entre 1990 y 2000, se encuentra en Chile a la espera de que la Justicia de ese país resuelva una solicitud de extradición de Lima, por cargos de violación de los Derechos Humanos y corrupción, según informa la agencia Reuters.
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