Viernes, 16 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6270.
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El Centro Cultural Valentina es muchas cosas en una: una bi-blioteca con 'bookcrossing', una sala con sesiones de baile y una pantalla de cine diferente
PAULA ZURITA

Calaveras, un fresco maya, perritos típicos de Oaxaca, la virgen de Guadalupe, tequila y un largo etcétera. Valentina trasluce México. Incluso el nombre pertenece a la cultura popular mexicana: Valentina fue una mujer mítica de la Revolución mexicana de principios de siglo XX. Pero todos estos detalles únicamente se dejan entrever.Porque sólo algunos los perciben: diríase que los mexicanos, que reúnen las piezas y las saben interpretar. Para el resto del mundo, Valentina es un centro cultural de Barcelona con propuestas de lo más variopintas.

«Quería crear un lugar que hiciera referencia a México, pero no lo quería convertir en un tópico», cuenta la gestora de la iniciativa, Mari Carmen Costa. Por eso los objetos adornan discretamente el espacio. «Puedes estar en el centro mil veces, pero no siempre te das cuenta de la decoración inspirada en la cultura mexicana», explica Mari Carmen.

En Valentina hay muchas actividades de las que disfrutar. Por ejemplo, leer Le Monde Diplomatic bebiendo un té por las tardes; hojear las revistas literarias o libros del bookcrossing-biblioteca; ver ciclos de documentales o de cine tomando un Bloody Lupe -la versión con tequila del Bloody Mary-; aprender sobre tango o escuchar narraciones de cuentos.

«Mi idea original era hacer un centro para promover ideas culturales que en lugares oficiales no tienen cabida. Dar un espacio a gente que no tenía un espacio», explica Mari Carmen Costa. Vino a Barcelona del D.F. mexicano para hacer un doctorado en Antropología y se fue «quedando y quedando». Ya han pasado 11 años desde su llegada y hace cuatro y algo más se planteó abrir el centro. Ahora dedica casi todo el tiempo a organizar las actividades junto a otros tres socios.

«Lo más difícil», reconoce la mexicana, «ha sido conseguir los recursos y también que la gente viniera. Al principio aparecían dos o tres personas a las actividades, ahora siempre estamos a tope». Lo demás se ha ido construyendo paulatinamente. «Se han hecho un montón de cosas», agrega. Y es que el espacio da para mucho. Situado en pleno Gótico (Regomir, 2) y vecino del Centre Cívic Pati Llimona, el Valentina dispone de una sala de estar con libros y revistas y dos espacios enormes que acogen las muchas actividades del centro.

Aquí se reúne gente de todos lados. Es el privilegio de encontrarse en el centro de la ciudad donde conviven turistas, extranjeros residentes y catalanes. Un lugar «pluricultural», dice Mari Carmen, y añade: «Ha surgido un espacio en el que pasan personas de todos el mundo. Desde los artistas que exponen a la gente que viene al Valentina».

La actividades que se realizan en Valentina no tienen límites: obras de teatro, performances con trapecio, exposiciones de pintura y fotografía. Tampoco han faltado a lo largo de estos cuatro años propuestas sociales, como un encuentro entre escultores mexicanos y catalanes, presentaciones de libros o alguna reunión de grupos, como la acogida que dieron a unos chilenos para seguir la retransmisión de las elecciones presidenciales del año pasado.Porque, para creadora del Valentina, «el espacio está abierto ha todo tipo de iniciativas».

Y también hubo música. Sin embargo, como la mayoría de los lugares en los que los vecinos sienten los decibelios demasiado altos, la parte de conciertos en vivo ha cesado. «Es una pena, porque los músicos se están quedando sin locales donde tocar. Venían músicos de todo el mundo: de Brasil, de Mozambique o de Argentina, incluso tuvimos mariachis, pero todo muy suavecito», explica Mari Carmen. Los jueves y los viernes había sesión musical, ahora la gente sigue acudiendo pero Mari Carmen admite que se nota la ausencia de los músicos.

Por otro lado, el cine ha sido parte fundamental de la programación del Valentina. Ciclos de todos los tipos han pasado por las pantallas del centro: documentales, cortos o cine temático. Los cinéfilos underground encuentran el lugar ideal para disfrutar de cintas inéditas o que jamás se verán ni tan solo en las pantallas del Verdi. Ayer, por ejemplo, pasó por el Valentina el Future Shorts, una muestra internacional de cortometrajes. Directores noveles y desconocidos enseñan sus trabajos a través de un circuito europeo.

Asismismo, el cine argentino también dispone de un espacio en el centro. Las sesiones de los martes, a eso de las nueve, acogen películas de directores del otro lado del Atlántico. El ciclo Pantalla Under 07 exhibe el próximo martes B (corta) (2004) de David Bisbano; mientras que el martes 27 se pasará el filme Estudio para una siesta paraguaya (2003) de Lía Dansker.

Pero las propuestas argentinas no descansan. Para los próximos días se preparan sesiones sobre la historia del tango con presentaciones en vivo. Sin embargo, Mari Carmen aclara que «no son sesiones de baile», sino un encuentro para explicar un poco este sensual baile americano.

En suma, las propuestas están, sólo hace falta descubrirlas.


Tráfico de libros ambulantes

Las vidas de los libros y las personas comparten un mismo destino.Unos se quedan siempre en el mismo lugar. Otros dan vueltas sin cesar, pero finalmente retornan a su origen. Otros se van y no vuelven más. Y eso también ocurre en Valentina.

Una pequeña biblioteca, de alrededor de 2.500 libros, forma parte de la oferta cultural del centro. Valentina vende, presta o intercambia.La idea consiste en que los libros sean leídos y releídos. En el camino se han perdido algunos, los menos; pero a cambio han llegado muchos nuevos.

Además de clásicos castellanos y catalanes, también se encuentran en la biblioteca los mexicanos de siempre: el anónimo Popol-Vuh de la cultura Maya, Carlos Fuentes u Octavio Paz.

Ni carnés de biblioteca ni DNI ni pasaportes. Tan sólo se necesitan cinco euros de depósito -que se devuelven cuando el libro torna a su lugar- para llevarse un libro a casa. Del tiempo, se puede decir que no hay prisas, lo importante es que los libros vuelvan.

En cuanto al intercambio no hay ninguna regla más que la de dar para recibir. Gracias a esta idea, Valentina reúne títulos en francés e inglés. Los extranjeros especialistas en el intercambio suelen dejar los libros que traen a Barcelona y, embelesados por la bruma de las lenguas latinas, se llevan alguno en uno de los idiomas autóctonos.

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