LAURA FERNANDEZ
BARCELONA.-
El orden que le damos a una biblioteca da sentido al Universo. Al menos, a nuestro universo personal. Así lo cree Alberto Manguel, el escritor que quería ser bibliotecario y acabó siéndolo, pero no quedó bajo las órdenes de un extraño sino bajo su propia tutela.
Manguel tiene alrededor de 30.000 volúmenes hacinados en un antiguo granero. Lo compró pensando en el futuro de su biblioteca. Se encuentra encaramado en una colina al sur de Loira, en Francia.La mudanza fue terrible («ojalá no tenga que hacer otra», dice), aunque provechosa. De ella partió la idea para su último libro: La biblioteca de noche (Alianza).
«Cuando tuve que volver a poner en orden mis libros, tuve la sensación de que ponía en orden todo lo que soy», dice Manguel.Porque «toda biblioteca es autobiográfica» y, la suya, con más razón, puesto que sólo ha desechado un ejemplar desde que se fundó. «Conservo incluso los libros malos», dice Manguel, aunque prefiere no hablar de ellos. Sí habla, sin embargo, del libro expulsado. Se trata de American Psycho, de Bret Easton Ellis.«Me parecía que infectaba a los otros. Me disgustaba tenerlo conmigo, de forma supersticiosa. Tiene una intención deshumanizante brutal. La idea de fomentar el dolor ajeno para satisfacción propia me parece de una obscenidad increíble», expone.
Los que se quedaron están ordenados según el idioma en que el libro ha sido escrito y según temática. El escritor admite pasar «pocas horas al día no leyendo» y le molesta el sentido «marginal» que se le da actualmente al lector.
Todavía recuerda las tertulias de café a las que asistía en Buenos Aires (acompañado del mismísimo Jorge Luis Borges) y cree que la sociedad actual «está desarrollando una especie de vanidad por la estupidez que hace que la gente se enorgulleza de no pensar y que se margine al lector. Todo lo que nos rodea está creado para que no pensemos. No es que seamos menos lectores (siempre hemos sido pocos) pero estamos perdiendo el respeto por algo que antes considerábamos muy importante», asegura. «La lectura se ve como sospechosa porque el que lee parece aislarse socialmente, pero no es cierto, porque leer es una forma de conocer el mundo», añade.
Pero además de leer, estos días Alberto Manguel escribe «una novelita» llamada El regreso. La historia de un argentino que vuelve a su país tras la dictadura.
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