DECLAN WALSH. The Guardian / EL MUNDO
PESHAWAR.-
El mes pasado, los padres de 24.000 niños del norte de Pakistán se negaron a que los cooperantes sanitarios les administrasen las vacunas de la poliomielitis a sus hijos, alegando que la inofensiva vacuna es un «complot de EEUU para esterilizar a inocentes niños musulmanes».
La desinformación, difundida por los clérigos extremistas que utilizan las mezquitas, las emisoras de radio ilegales, y el rumor, ha provocado un drástico aumento de casos de poliomielitis en Pakistán, y ha afectado al esfuerzo mundial para erradicar la enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) registró 39 casos de poliomielitis en Pakistán en 2006, por encima de los 28 registrados en 2005. La enfermedad se concentra en la frontera noroeste, en donde el 60% de las negativas se pueden atribuir a motivos religiosos.
«Es muy impactante. Hay gran cantidad de propaganda antiestadounidense y muchas ideas falsas sobre la esterilización», señaló Sarfaraz Afridi, médico de la campaña de la OMS en Peshawar.
Una situación similar se ha vivido en el estado nigeriano de Kano en 2003, donde la enfermedad se diseminó por 12 países libres hasta entonces de esta dolencia. Pakistán es justamente uno de los cuatro países en donde la poliomielitis sigue siendo endémica. Los otros son Nigeria, La India y Afganistán.
El Gobierno del Estado donde han ocurrido los casos realizó importantes esfuerzos para contrarrestar la homilía de la «vacuna infiel». Equiparon a los trabajadores sanitarios que operaban en la provincia con copias de una orden religiosa que recomendaba las vacunaciones, y que estaba firmada por Maulana Fazlur Rehman y Qazi Hussain Ahmed, líderes de los partidos religiosos con mayor influencia en Pakistán.
Esta actuación tranquilizó a muchas personas y se consiguió vacunar a más de 5,7 millones de niños en enero, y esperaban sus dosis otros tres millones para una segunda vacunación que debería comenzar el martes próximo.
Sin embargo, la difamatoria campaña radical todavía ejerce influencia entre los padres. Con unos cuantos miles de niños sin vacunar se producirían pequeñas bolsas del virus, un peligroso caldo de cultivo para dispersarse entre la población infantil.
La campaña de vacunación tiene sus peores enemigos entre los jefes tribales de las áreas controladas por clérigos conservadores y los combatientes talibanes-paquistaníes, que desafían la autoridad del Gobierno y dictan sus propias y estrictas leyes. Varias provincias que EEUU bombardeó el año pasado se han negado a la vacunación.
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