LAURA FERNANDEZ
BARCELONA.-
La única novela de José Antonio Labordeta, cantautor, político, poeta y showman televisivo de mochila al hombro, se publicó como parte de una austera antología de cuentos llamada Cada cual que aprenda su juego, en 1974. Pasó el mal trago de la censura y padeció el poco tino de la editorial. Luego el tiempo la enterró. Ni siquiera Labordeta se acordó de conservar un ejemplar. Encontró de casualidad uno en una librería de segunda mano poco después de presentar el manuscrito a Anagrama. Para entonces, la maquinaria reeditora estaba ya en marcha.
El resultado es En el remolino, versión revisada del primer texto (a la que ha vuelto a añadirse todo lo que la censura robó), una cruda historia rural con un triste prestamista en el punto de mira. Braulio ha acabado haciendo una fortuna a partir de la miseria ajena. Y en lo primero que piensan los vecinos del pequeño pueblo en el que vive cuando estalla la Guerra Civil es en recuperar lo que han perdido. Pero entonces es Braulio quien mueve ficha y de qué manera. Jaque mate. En la línea de la matanza de Puerto Hurraco.
«Es una novela muy dura, pero España era así de dura en esos momentos. No se trata de una novela política, sino sociológica», dice Labordeta. «Ningún personaje juega limpio en la novela, pero nadie lo hace en una guerra. En la guerra la gente pierde el sentido por la supervivencia», añade el también diputado (desde hace ocho años ocupa su lugar en el Congreso como representante de la Chunta Aragonesista). Su propia experiencia le ha demostrado que la guerra no se olvida. «He vivido en una sociedad rural, mis padres eran campesinos y paso muchas temporadas en el campo. Y veo que la guerra civil sigue presente», dice.
En algún sentido, pues, la novela tiene que ver con la España actual. Sobre todo, en lo que se refiere al enfrentamiento territorial. «Puede que su lectura advierta de que vamos por el mal camino», considera Labordeta. «Todo lo que nos venden los políticos es Estatuto Catalán y terrorismo, que es lo que interesa a la oposición. Pero no se dan cuenta de que la gente no se preocupa por esas cosas», dice el cantautor.
Hace cuatro días acabó un librito de retratos («de mis amigos», dice) y está escribiendo una novela sobre su padre, aunque no sabe si la acabará algún día ni si querrá publicarla cuando lo haga. A lo mejor hasta la pierde. Dice que es un despiste.
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