JOHN MÜLLER
Florentino Pérez consiguió ayer lo que ni BBVA ni La Caixa lograron: poder ejercer derechos políticos simultáneamente en dos operadores principales del mercado eléctrico. Es verdad que esos poderes están limitados (de hecho BBVA y La Caixa también consiguieron en su momento ejercer unos derechos de subsistencia), pero son considerablemente más amplios que los que se toleraron en el pasado, sobre todo si se tiene en cuenta que ACS no sólo es el primer accionista de Iberdrola, sino el propietario, en la práctica, de Unión Fenosa.
La CNE se ha apartado de un precedente que antes se aplicó estrictamente. Y a falta de más explicaciones, el mercado interpreta que ésta es la bendición oficial al proyecto de ACS de fusionar Iberdrola y Fenosa.
La controvertida decisión vuelve a situar bajo el foco una fusión que se iba desdibujando a medida que Sánchez Galán se implicaba cada vez más en la operación de Scottish Power (situando en el olvido su llamada a ACS a entrar en Ibedrola) y pone de relieve la capacidad de Florentino Pérez para aunar voluntades y para leer las hojas de té que quedan en los posos de las tazas del poder.
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