Por una aplastante mayoría, el pleno del Parlamento Europeo rechazó ayer el arranque «masivo e indiscriminado» de viñas que propone la Comisión Europea para reformar el sector del vino. El informe aprobado establece que esta medida constituye «un ataque injustificado al patrimonio vitivinícola europeo» y una «vía equivocada para evitar el exceso de producción».
Se trata de una opinión no vinculante, pero la comisaria de Agricultura, Marianne Fisher Boel, no podrá ignorarla cuando redacte su propuesta definitiva. La polémica reforma que quiere Bruselas para el sector vinícola europeo no convence a los productores y ayer quedó claro que tampoco tiene el beneplácito de sus señorías.
Por 484 votos a favor, 129 en contra y 24 abstenciones, la Eurocámara aprobó el informe de iniciativa presentado por la socialista griega Katerina Batzeli, en el que se critica la propuesta de la Comisión y se denuncian las dificultades a las que se enfrenta el sector. Éste debe hacer frente al aumento de las importaciones procedentes de terceros países y al exceso de vino almacenado con pocas perspectivas de salida. Estos factores, dice el Parlamento, consiguen rebajar tanto los precios como las rentas de los productores.
Como remedio, Bruselas propone una «reforma radical» que incluye la eliminación voluntaria y con ayudas de 400.000 hectáreas, o lo que es lo mismo, el 11,7% de la superficie dedicada a este cultivo, así como la supresión de todos los tipos de ayudas a la destilación y el fin del sistema de derechos de plantación en 2013.
Estas medidas, sin embargo, son rechazadas por la Eurocámara, que destaca que «el abandono definitivo de las viñas no debe constituir el punto central de la reforma del mercado del vino en la UE». De hecho, recomienda que sean los estados miembros los que fijen un tope máximo de arranque por zonas. Además, propone que se restrinjan los casos en los que se puede proceder al abandono definitivo de una plantación.
En concreto, los eurodiputados quieren que la reforma del sector impida u obstaculice el abandono en algunos casos, como las viñas situadas en zonas montañosas, las costeras insulares que producen vinos con indicación geográfica, cuando sirvan para evitar la erosión de los suelos y la pérdida de la biodiversidad, o las situadas en regiones de producción tradicionales. También debe desincentivarse el abandono de los viñedos que producen vinos con salida comercial y los que su reducción amenace la existencia de toda una región o una denominación de origen.
Otro punto polémico de la propuesta es la posibilidad de que se puedan plantar viñas en zonas donde hasta ahora no era posible. Para la Eurocámara, esta medida «es peligrosa, porque podría anular los esfuerzos para restablecer el equilibrio entre la oferta y la demanda y conducir a una deslocalización del viñedo».
Supondría también un riesgo de «aumento incontrolado del potencial vitícola de la UE». Sobre este punto, el informe aboga por destinar los nuevos derechos de plantación a los jóvenes agricultores, a los productores de vinos de calidad y a las exportaciones incluidas en los programas de mejora de la calidad y comercialización.
El Parlamento Europeo también se opone a acabar con las ayudas a la destilación. Sin embargo, los eurodiputados no apoyaron una enmienda presentada para mantener las ayudas al mosto.