Viernes, 16 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6270.
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 ESPAÑA
EL REVÉS DE LA TRAMA
Entre la expectación y el escepticismo
Por JUSTINO SINOVA

Para el juicio que empezó ayer no se ha podido dedicar mayor esfuerzo organizativo ni mayor presupuesto. La Audiencia Nacional echó el resto para que no faltara detalle y -lo más importante- lo presiden tres jueces de indiscutible categoría profesional -Gómez Bermúdez, Guevara y García Nicolás- distinguidos por su afán en la búsqueda de la verdad jurídica. Por primera vez se televisa en directo toda la vista -gracias a Telemadrid-, que se puede seguir también desde el ordenador -gracias a elmundo.es-, lo que amplía hasta confines insospechados el principio de la publicidad de la administración de la Justicia. Su inicio pone fin a la primera etapa de la expectación añadida al dolor traumático que nos fue invadiendo desde las primeras noticias del 11-M.

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Pero el inicio del juicio no borra la desconfianza que se ha ido acumulando con la instrucción del caso. Estamos ante un juicio materialmente espléndido que cuenta con un sumario evidentemente dudoso. Dicen en la Audiencia que el juez Del Olmo es un buen tipo, lo será, pero su obra en este caso no es el trabajo que ofrece certidumbre. Es seguro que en los 93.226 folios del sumario hay aciertos indudables, pero los cabos sueltos y las incógnitas sin despejar que se detectan son de tan grueso calibre que el juicio no puede ser contemplado sino con gran dosis de escepticismo.

El dato de que el día de su inicio los jueces no disponen de un informe definitivo sobre el explosivo empleado en el atentado es una irrefutable tacha de la instrucción. La solidez formal del juicio no es suficiente antídoto para la inseguridad anímica con que tantos han empezado a asistir a él. Tampoco lo es la musculatura jurídica de los magistrados.

En España estamos invitados ahora al escepticismo político, o sea, a la sospecha, en relación con lo que sucede en los campos del terrorismo. El último motivo de desconfianza lo ofrecen las declaraciones del portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, quien ha asegurado que su formación concurrirá a las elecciones municipales de mayo. Desde el Gobierno se le ha contestado con rapidez que sólo será posible esa pretensión si Batasuna cumple la ley, y debería ser normal que todos creyeran al Gobierno frente a las palabras de un vocero de los terroristas. Pero es que el propio Ejecutivo no deja que se le crea: esa ley que dice que se va a cumplir se está incumpliendo todos los días porque Batasuna es una organización ilegal -terrorista, según el Tribunal Supremo- que desarrolla una intensa actividad a la vista de todos como una organización legal en la práctica. Si hasta el Gobierno le considera a Otegi el portavoz y le responde en calidad de tal...

En estas circunstancias, sería un error de interpretación confiar en que Batasuna vaya a encontrar impedimento para presentarse a las elecciones, no con ese nombre naturalmente, pero sí con cualquier otro que le sirva de disfraz pero no impida que sus electores sepan lo que votan. También sería un error dudar de que Otegi no sepa de qué habla cuando afirma que recibirá al terrorista De Juana Chaos próximamente en la frontera, o sea lo que para los demás españoles es la raya de la provincia. Desgraciadamente, el escepticismo encuentra mucho alimento en este tiempo. Nos gustaría aceptar a pies juntillas que no hay pactos con ETA, que De Juana Chaos cumplirá la condena en la cárcel, que los terroristas no ocuparán sitio en las instituciones mediante la trasgresión de las normas electorales, pero... También nos gustaría confiar en que durante el juicio del 11-M conoceremos toda la verdad, incluso sabremos quién planeó el atentado, pero... Hay muchos motivos para la expectación, pero hay también muchos otros para el escepticismo.

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